La reforma constitucional promovida por el autoritario presidente tunecino Kaïs Saied es aprobada en referéndum, con un 94,6 % de los votos a favor, pero una participación de apenas un 30,5 %. La votación fue boicoteada por la mayoría de partidos políticos. El principal partido que apoyaba el proyecto era el izquierdista Movimiento Popular (Echaab). El sindicato UGTT, con mucha fuerza en el país, se mantuvo neutral.
La reforma da más poderes al presidente y recorta las funciones del Parlamento, que pasa a ser bicameral. El presidente elegirá a los gobiernos sin necesidad de apoyo parlamentario, convirtiendo a Túnez en un régimen presidencialista. El parlamento podrá aprobar mociones de censura con el voto favorable de dos tercios de los representantes de cada cámara. Los proyectos legislativos impulsados por el presidente contarán siempre con prioridad. A partir de ahora, además, el presidente será quien elija a los miembros del Tribunal Constitucional.
Esta reforma constitucional continúa el camino iniciado por el presidente Kaïs Saied de acabar con la democracia en el país, único árabe en conseguir un régimen democrático tras la Primavera Árabe. Este proceso culminará en diciembre con las elecciones legislativas.
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