El conservador Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu volvería a ganar las elecciones parlamentarias, tal y como ya hizo en las de abril. Esta vez lo haría con un menor apoyo y la suma de su partido y sus socios se alejaría de la mayoría absoluta. Benny Gantz volvería disputar la victoria al primer ministro, aunque pierde fuerza en favor de los partidos de izquierda. Además, Gantz y sus posibles socios tampoco sumarían mayoría. Las encuestas indican que todo dependería de Yisrael Beitenu, que pretende la formación de un, hoy en día, improbable gobierno de unidad nacional.
Netanyahu y Benny Gantz vuelven a disputarse la victoria
De acuerdo con la última media de encuestas electorales, el Likud obtendría en torno a 30 escaños (frente a los 39 que sumaron Likud y el centroderechista Kulanu, que tras formalizar una alianza electoral con el partido de Netanyahu, se disolvió, integrándose en Likud). Con entre 28 y 29 escaños se situaría la coalición de centro/centroizquierda Azul y Blanco. Liderada por el ex Jefe del Estado Mayor de Israel, Benny Gantz, esta coalición centrista defiende la solución de los dos estados y consiguió en abril erigirse como la principal alternativa a Netanyahu, denunciando los múltiples casos de corrupción en los que el actual primer ministro está envuelto.
Subida de los extremos: los ultraortodoxos se refuerzan
Los partidos ultraortodoxos saldrían reforzados tras las elecciones. Si en abril obtuvieron 21 escaños, ahora podrían obtener unos 26 escaños. La principal formación de estas sería la coalición Derecha Unida, formada por partidos de derecha ultraortodoxa, ultranacionalista y liberal en lo económico, siendo que conseguiría en torno a 12 escaños. La ultraortodoxa UTJ (Judaísmo Unido de la Torá) se mantendría con en torno a los 7 u 8 escaños. Por último, el también ultraortodoxo Shas obtendría 7 escaños.
Tras las últimas elecciones, uno de los principales escollos para la formación de un gobierno fueron las exigencias de los ultraortodoxos, inasumibles para el secular Yisrael Beitenu. La exigencia ultraortodoxa de hacer que los judíos ortodoxos estén exentos de hacer el servicio militar obligatorio no fue aceptado por este partido, cuyo apoyo era necesario para que el Likud y sus socios sumasen mayoría.
Subida de la izquierda y los partidos árabes
Los partidos progresistas subirían, compensando así la ligera caída de la coalición centrista Azul y Blanco. La suma de Lista Conjunta, Unión Democrática y la coalición Laborista-Gesher pasaría de 20 a entre 25 y 26 escaños.
La árabe Lista Conjunta (coalición de 4 partidos de ideología socialista, comunista, nacionalista árabe e incluso con alguna facción islamista) conseguiría unos 11 escaños. En las pasadas elecciones, la coalición fue divida en dos: por un lado, el ultraizquierdista Hadash junto al nacionalista árabe y secular Ta’al, y por otro lado, la Lista Árabe Unida (con facciones islamistas) junto al socialista y nacionalista árabe Balad. Esta última lista consiguió entrar al Parlamento por tan solo una décima de voto.
La coalición Unión Democrática conseguiría unos 8 escaños, doblando los resultados de Meretz en abril. Esta coalición, constituida el pasado mes, está formada por la socialdemócrata Meretz, el ecologista Movimiento Verde (que anteriormente concurría junto a los laboristas) y el Partido de la Israel Democrática, fundado recientemente por el ex primer ministro laborista Ehud Barak.
Por último, el Partido Laborista repetiría con sus 6 escaños obtenidos en ls pasadas elecciones, sus peores resultados históricos, aunque esta vez yendo en coalición con el centrista Gesher.
Gobierno de unidad nacional: la exigencia de Yisrael Beitenu, la llave del gobierno
Así, por un lado, Netanyahu y sus socios pasarían de 60 escaños a unos 56 o 57, mientras que Benny Gantz junto a la izquierda y los partidos árabes, que están dispuestos a apoyar un gobierno suyo, sumarían 54 escaños. Así, el partido clave para la formación de un gobierno sería Yisrael Beitenu (Israel Nuestra Casa), partido de derecha nacionalista secular que defiende la solución de los dos estados a través del Plan Lieberman, propuesto por su líder Avigdor Lieberman. Este plan, con escasos apoyos entre los ciudadanos y los partidos actuales, contempla la integración a Israel de los asentamientos en Cisjordania y la cesión a Palestina de las zonas de mayoría árabe.
Lieberman, que muy probablemente tendrá la llave del gobierno tras las próximas elecciones (su partido obtendría unos 9 escaños, según las encuestas), ha propuesto la formación de un gobierno de unidad nacional con Likud y el Azul y Blanco de Gantz. Su objetivo: excluir a las formaciones ultraortodoxas, formando un gobierno «nacional-liberal». Esta coalición ha sido rechazada ya por Netanyahu y, aunque no ha sido descartada por Gantz, este ha puesto como condición la no presencia de Netanyahu, debido a los casos de corrupción en los que está implicado. Así, lo único que parece cada vez más seguro es que el próximo gobierno de Israel dependerá de Yisrael Beitenu.