La presidenta Maia Sandu queda primera en la primera vuelta, mejorando el resultado de 2020, al absorber voto europeísta que entonces fue a otros candidatos minoritarios. En esta ocasión, logra un 42,5 % del voto (más de 656.000), logrando una amplia ventaja respecto al resto de candidatos. Sin embargo, aún tendrá que enfrentarse a una segunda vuelta que no será nada fácil, dado el estrecho margen con el que el europeísmo ganó el referéndum. Además, en esta primera vuelta los candidatos prorrusos sumaron un 52,8 % del voto, si bien esto representa tres puntos menos que en 2020, cuando alcanzaron un 56 %. La movilización en el balotaje, que se celebrará el 3 de noviembre, será clave. En 2020, el europeísmo pasó del 44 % en primera vuelta a ganar con Sandu a la cabeza con un 57,7 %. El aumento de la participación en 7 puntos (unos 300.000 votos) fue la clave de este vuelco electoral.
Maia Sandu deberá enfrentarse a Alexandr Stoianoglo, candidato del PSRM, un partido socialista nacional-conservador y prorruso, que logró un 26 % del voto, en retroceso con respecto a lo que el expresidente Igor Dodon, entonces independiente asociado a los socialistas, logró en 2020 (32,6 %). El populista y prorruso Renato Usatîi, de Nuestro Partido (PN), volvió a ser tercero, aunque bajó 3 puntos hasta el 13,8 %. La exgobernadora socialista de Gagaúzia, Irina Vlah, obtuvo un 5,4 % como candidata independiente. La independiente Victoria Fortună, prorrusa y apoyada, según algunos medios, por el grupo criminal Partido ȘOR, se queda con un 4,5 %, destacando fundamentalmente en los bastiones prorrusos de Gagáuzia (29 %) y Taraclia (30 %). Vasile Tarlev, del izquierdista Renacimiento y apoyado por los comunistas (también, prorrusos) se queda con un 3,2 %. Ion Chicu, del conservador europeísta PDCM, logra un 2,1 %. El restante 2,7 % del voto fue a cuatro candidatos de orientación europeísta.
Referéndum sobre la UE: un 50,39 % a favor de la adhesión
Además de las primera vuelta de las elecciones presidenciales, los moldavos votaron ayer en un referéndum convocado por el gobierno de Maia Sandu para reformar la Constitución con el objetivo de introducir la voluntad del pueblo moldavo de integrarse en la Unión Europea, así como reafirmar su identidad europea. Una cuestión de gran polémica en el país y que es uno de los ejes que dividen la política moldava, entre un polo europeísta y un polo más próximo a Rusia, que tiene mucho que ver con las divisiones étnico-lingüísticas del país.
En un recuento de infarto para muchos, en el que hasta más allá del 80 % escrutado iba ganando por varios puntos el rechazo a la integración europea, finalmente, la entrada de más datos de recuento de los distritos más europeístas (que habitualmente en los procesos electorales suelen llegar al final) dejó al ‘sí’ en cabeza con un 50,39 % de los votos. 750.238 frente a 738.636 votos, un margen que reavivará las tensiones políticas, más aún después de las denuncias de fraude por parte de la presidenta europeísta Maia Sandu, que afirmó tener pruebas de que grupos criminales asociados a Rusia (en referencia, a grupos como Șor) habrían participado en una compra masiva de votos (según ella, se intentaron unos 300.000).
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