El presidente Kais Saied ha consolidado su dominio sobre la política tunecina al obtener el 89,2% de los votos en las elecciones presidenciales del 6 de octubre de 2024, según un sondeo a pie de urna realizado por Sigma Conseil. Este resultado lo posiciona para un segundo mandato en un contexto político marcado por la falta de competencia electoral significativa, el boicot de la oposición democrática y una participación muy baja ante la falta de garantías democráticas y una gran desafección ciudadana por la política.
Una elección sin competencia real y boicoteada por la oposición
El panorama electoral estuvo caracterizado por la ausencia de candidatos de la oposición, ante la descalificación y detención de la mayoría de ellos. De hecho, las autoridades electorales fueron despojadas de sus atribuciones de gestionar el proceso electoral después de que admitieran un mayor número de candidatos opositores, dejando finalmente sólo a tres. El único rival relevante en esta contienda, el centrista Ayachi Zammel, consiguió un 6,9% de los votos, a pesar de haber sido encarcelado hace un mes, lo que ha despertado críticas por la falta de equidad e integridad del proceso electoral. Zammel, crítico de las políticas de Saied, fue arrestado bajo acusaciones de corrupción, un cargo que sus seguidores consideran políticamente motivado para impedir su participación efectiva en las elecciones.
Sin embargo, la verdadera clave de esta elección fue el boicot promovido por el Frente de Salvación Nacional (FSN), una coalición de partidos opositores y organizaciones de la sociedad civil que se han unido para denunciar el creciente autoritarismo de Saied. Este movimiento, que incluye a figuras de la oposición como el líder islamista Rachid Ghannouchi y partidos centristas y laicos, instó a la población a no participar en un proceso que consideran fraudulento y manipulado para perpetuar el poder del presidente.
El impacto de este boicot fue claro: la participación electoral alcanzó apenas el 27,7%, lo que supone una caída dramática de 21,3 puntos porcentuales con respecto a las elecciones de 2019. Este dato refleja la desilusión de gran parte del electorado y subraya la falta de legitimidad que muchos opositores ven en este proceso electoral.
La falta de competencia y la consolidación del poder
Con el retiro o eliminación de cualquier oposición significativa, Saied ha tenido el camino despejado para una victoria aplastante. El izquierdista conservador y favorable a Saied, Zouhair Maghzaoui, quedó en tercer lugar con un 3,9%, sin representar un desafío real. Sin embargo, el resultado más significativo de estas elecciones no radica en los porcentajes de los candidatos, sino en la baja participación que refleja una crisis de confianza en las instituciones democráticas del país.
El sistema político y electoral de Túnez, reorganizado bajo la nueva constitución impulsada por Saied en 2022, ha favorecido la concentración de poder en la figura presidencial. Las elecciones de 2024 fueron vistas más como un referéndum sobre el mandato de Saied que como una contienda genuina entre múltiples candidatos. El boicot y la desafección generalizada hacia el proceso electoral, reflejada en la baja participación, muestran un profundo malestar con la actual dirección política del país.
El futuro de Túnez bajo el mando de Saied
Con la reelección de Saied, Túnez entra en una nueva fase política, marcada por una mayor centralización del poder y la probable continuidad de las políticas autoritarias. Sin embargo, los desafíos económicos y sociales siguen siendo profundos. El desempleo, la inflación y la falta de inversión extranjera continúan afectando gravemente a la población, mientras que la crisis financiera del gobierno amenaza con empeorar la situación.
Aunque Saied ha prometido reformas para mejorar las condiciones de vida de los tunecinos, sus años en el poder han estado marcados por una falta de soluciones concretas. La baja participación en las elecciones sugiere que, aunque haya ganado con una aplastante mayoría, la legitimidad de su mandato podría estar cuestionada. La estabilidad a largo plazo del régimen de Saied dependerá en gran medida de su capacidad para cumplir con las expectativas populares y de cómo enfrente los crecientes desafíos económicos y sociales. Sin embargo, la desafección ciudadana hacia la política y la represión por parte del aparato estatal podrían dificultar una respuesta efectiva de la oposición al malestar de los tunecinos.
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