Tras meses de crisis institucional, el 3 de junio se celebraron elecciones presidenciales anticipadas, marcadas por una participación récord y por la contundente victoria del centroizquierdista Lee Jae-myung, líder del opositor Partido Democrático. Su llegada al poder al día siguiente supuso un giro progresista en la política surcoreana, con un discurso centrado en la recuperación del bienestar social, el fortalecimiento democrático y una política exterior pragmática. Su partido ya contaba con la mayoría parlamentaria, con lo que su presidencia podría disponer de mayor margen de actuación en el gobierno, al menos hasta las próximas elecciones legislativas, previstas para abril de 2028.
El nuevo presidente no ha tardado en actuar: presentó un ambicioso presupuesto suplementario para reactivar la economía, que incluía transferencias directas a la población, apoyo a pequeñas empresas e inversiones estratégicas en inteligencia artificial. Además, intentó rebajar tensiones con Corea del Norte suspendiendo las emisiones propagandísticas desde la frontera y estableció relaciones diplomáticas con Cuba. El nombramiento de Ahn Gyu-back como ministro de Defensa —un civil sin experiencia militar— y de Hong So-young como primera mujer al frente del Servicio Militar marcaron un giro en la cultura institucional del país.
Durante el mes de julio, se continuó con la formación del nuevo gobierno. El Parlamento aprobó al primer ministro Kim Min-seok y se completó el gabinete, aunque no sin tensiones: varios ministros enfrentaron escrutinio parlamentario, y uno dimitió. En paralelo, Lee Jae-myung lanzó una política fiscal “audaz” para enfrentar la desaceleración económica, lo que generó alarma en los mercados por posibles subidas de impuestos. En el plano internacional, el Gobierno consiguió evitar una guerra comercial con Estados Unidos alcanzando un acuerdo arancelario, mientras que a nivel interno las lluvias torrenciales dejaron decenas de muertos y miles de desplazados, poniendo a prueba la capacidad de respuesta estatal.
En este contexto, el Partido Demócrata ha conseguido seguir ampliando su ventaja frente al derechista Poder Popular, que tras la destitución de Yoon Suk-yeol y la derrota de su candidato en las elecciones presidenciales del pasado mes de junio, se coloca de nuevo en la oposición. El Partido Demócrata se coloca con un 58,5 % de la intención de voto decidida, según la última media de encuestas electorales, confirmando la absorción de casi todo el voto de su escisión Reconstruir Corea, que se queda con un 4 %. También en el campo progresista, el Partido Progresista, que concurrió en 2024 en alianza con el Demócrata, se sitúa con un 1,5 %.
Por su parte, el derechista Poder Popular se debilita tras su derrota en las elecciones presidenciales, tras las cuales han abierto un proceso interno para renovar su liderazgo, profundizando las divisiones internas entre los sectores más radicales y favorables al expresidente Yoon Suk-yeol y los sectores más moderados del partido. La formación conservadora se queda con un 28 % de intención de voto en el mes de julio, cayendo casi 9 puntos con respecto al resultado de las últimas elecciones legislativas. Un descenso del cual no se estaría aprovechando el derechista Nueva Reforma, que se queda con un 4 %, significativamente por debajo del 8,3 % que logró su líder Lee Jun-seok, que triunfó entre los hombres más jóvenes por su rechazo a las políticas feministas.

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