La ultraderecha de Marine Le Pen decepciona en las elecciones regionales y pierde fuerza respecto a las de 2015. Sólo consigue mantenerse como primera fuerza en su feudo de Provence-Alpes-Côte-d’Azur, donde habiendo quedado a 14 puntos del 50 % en primera vuelta, lo tiene imposible de cara a la segunda vuelta ante la retirada de las candidaturas de la izquierda para evitar su victoria y que el conservador Los Republicanos mantenga el gobierno de la región. Por lo general, la Agrupación Nacional de Le Pen consigue unos resultados casi 10 puntos inferiores a los previstos por los sondeos en las distintas regiones.
También decepciona la liberal La República En Marcha del presidente Emmanuel Macron, que obtiene unos peores resultados de los previstos por los sondeos. Se queda fuera de la segunda vuelta en varias regiones al no superar el 10 % y no tiene opciones de hacerse con el gobierno de ninguna. Pese a ello, el mal resultado de Le Pen no deja de ser una buena noticia para Emmanuel Macron de cara a las presidenciales del próximo año.
Sin embargo, otra de las consecuencias negativas para Macron de estas regionales es el refuerzo de la derecha clásica de Los Republicanos, que consigue mantenerse en cabeza en las regiones que ya gobernaba, con amplia distancia en varias de ellas. Así, presidentes regionales conservadores como Xavier Bertrand (Hauts-de-France), Valérie Pécresse (Île-de-France) o Laurent Wauquiez (Auvergne-Rhône-Alpes), que suenan como posibles candidatos del bloque de la derecha clásica, salen reforzados, y amplían las posibilidades de que un candidato conservador alcance la segunda vuelta. Sin embargo, dada la actual distancia en los sondeos, con Macron y Le Pen claramente en cabeza; la valoración actual del presidente Macron, suficientemente alta como para clasificarse a la segunda vuelta y repetir para 5 años más; y la esperable polarización en las presidenciales entre Le Pen y Macron, ya en la primera ronda, parece difícil que un candidato de la derecha tradicional francesa pueda llegar a aspirar a la Presidencia.
Por otro lado, las elecciones regionales suponen un respiro para la izquierda, que frena sus retrocesos de los últimos años y se mantiene con en torno al 35 % del voto. El Partido Socialista y sus aliados consiguen resistir, como ya harían el año pasado en las locales y a diferencia de lo ocurrido en legislativas y presidenciales, ganando en las 5 regiones que controlan. Los verdes avanzan y La Francia Insumisa de Mélenchon no consigue buenos resultados allí donde no se une con otros grandes partidos de izquierda. De cara a la segunda vuelta, la izquierda irá unida en la mayoría de regiones, salvo en algunas como Occitanie, donde la victoria socialista ha sido ya clara en primera vuelta (39,5 %) y parece asegurada de cara a la segunda; Nouvelle-Aquitaine, donde los socialistas (28,5 %) también parten con ventaja, aunque bastante menor que en Occitanie, y los verdes (12 %) han decidido continuar con su candidatura; Normandie, donde la victoria de Los Republicanos es clara y hubiera sido prácticamente imposible una victoria de la izquierda; o Bretagne, donde los socialistas ganaron con apenas un 21 % y la segunda vuelta será a cinco.
En definitiva, la ultraderecha sale tocada, lo cual es una alegría para Macron, que sin embargo, no puede sentirse satisfecho con los decepcionantes resultados de su partido, que sigue sin poder conseguir implantación territorial, y que debe estar atento ante el refuerzo del espacio conservador y la resistencia de la izquierda. Los antiguos bloques de la izquierda y la derecha no acaban de morir pese a la dinámica de los últimos años. Por último, otra de las conclusiones de estas elecciones es el refuerzo de los presidentes regionales, que mejoran las expectativas de los sondeos publicados en campaña. Todo esto, por cierto, en unas elecciones con una bajísima participación, la menor de la historia: apenas un 34 %.
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