El populista Movimiento por la Justicia de Pakistán (PTI) del exjugador de críquet Imran Khan ha conseguido una amplia victoria en las elecciones generales de Pakistán. Los sondeos indicaban que su partido populista y la centroderechista Liga Musulmana de Pakistán (PML-N), de Shehbaz Sharif, hermano del ex primer ministro Nawaz Sharif, destituido en 2017 por su conexión con empresas offshore según los Papeles de Panamá, se encontraban en empate técnico. Sin embargo, de acuerdo con los resultados electorales ofrecidos por la Comisión Electoral, el opositor Khan aventajó 4 millones de votos al PML-N, hasta ahora en el gobierno.
Imran Khan, un líder populista centrado en la lucha contra la corrupción y la pobreza, ha conseguido vencer al bipartidismo de las últimas décadas protagonizado por el PML-N y el centroizquierdista Partido del Pueblo Pakistaní (PPP), gracias al apoyo del Ejército, que cuenta con una notable importancia en la política del país desde la independencia del país en 1947. Según los resultados electorales, el PTI habría obtenido un 32,7 % de los votos y 116 escaños (de un total de 342), lejos de la mayoría absoluta. Por lo tanto, para gobernar, Khan tendrá que tejer alianzas con otros partidos y con diputados independientes. Como segunda fuerza ha quedado el gobernante PML-N, con un 25 % de los votos y 64 escaños (102 menos que en las elecciones de 2015). Como tercera fuerza se ha mantenido el centroizquierdista PPP, con un 13,4 % de los votos y 43 escaños. La alianza de ultraderecha islamista Consejo Unido de Acción quedó como cuarta fuerza con un 4,8 % de los votos y 12 escaños.
Aunque los observadores electorales no han denunciado irregularidades en el proceso, sí han asegurado que las elecciones se han desarrollado en desigualdad de oportunidades. El apoyo del Ejército al PTI habría sido clave para su triunfo electoral. Esta situación ha sido denunciada por los partidos rivales del PTI, el PML-N y el PPP. Ambos partidos han denunciado fraude electoral para favorecer a Imran Khan, así como numerosas dificultades de miembros de sus partidos en los colegios electorales durante la jornada de votación.
Tras las elecciones, se abre una nueva etapa en la política de Pakistán. El nuevo primer ministro tendrá que hacer frente a las dificultades económicas del país, el terrorismo, el alto desempleo, la corrupción política y las difíciles relaciones internacionales actuales. Durante los últimos años, la deuda exterior de Pakistán ha aumentado muy significativamente, convirtiéndose en un problema para el país, que tendrá que pedir ayuda económica. Pese a esta necesidad económica, el vencedor Imran Khan se ha mostrado reacio durante la campaña a un rescate del FMI, con el programa de recortes y reformas que supondría, y se ha mostrado más favorable a una ayuda de China. Cualquiera de las dos opciones – FMI o China – está sobre la mesa. La pobreza, el desempleo y la corrupción, temas centrales de la campaña del próximo primer ministro pakistaní, serán también otros de los principales retos para el nuevo gobierno, así como las relaciones internacionales, que no pasan por su mejor momento. La llegada de Trump a la presidencia de EEUU ha empeorado notablemente las relaciones entre ambos países. Khan, con un discurso antiamericano, muy bien acogido por la ciudadanía pakistaní, tendrá que intentar mejorar las relaciones con el gobierno de Trump, que recientemente anunció la supensión de la ayuda militar y de seguridad a Pakistán hasta que no hubiese una lucha activa contra los talibanes afganos. Sin embargo, el poder del gobierno en la política exterior es muy limitado, ya que está muy controlada por los militares, que tienen un fuerte peso en el país.
Sea como sea, Imran Khan tendrá que intentar cumplir las altas expectativas generadas durante su campaña. No lo tendrá fácil. La inestabilidad de la región, las dificultades económicas, la extendida corrupción y el gran poder del ejército dificultarán su tarea.