Una vez más las elecciones de Israel estarán realmente disputadas y podrían dejar un nuevo escenario de bloqueo político. El 1 de noviembre tendrán lugar las quintas elecciones desde abril de 2019. La imposibilidad de formar gobiernos estables ha llevado a este período de inestabilidad política. La última coalición formada tras las elecciones de 2021 era una alianza puramente anti-Netanyahu, pero de composición ideológica muy heterogénea. Las deserciones dentro de la coalición y los choques ideológicos acabaron por poner fin a esta, con la renuncia del entonces PM, el ultranacionalista Naftali Bennet.
A estas elecciones, los actores políticos que concurren son ligeramente diferentes respecto a los anteriores, pero la distribución de fuerzas se mantiene casi inalterable. La árabe Lista Conjunta ha acabado por desintegrarse. Tras la salida de Ra’am de esta alianza, los socios restantes han intensificado sus peleas internas ante sus diferencias en cuanto a cómo relacionarse con los partidos anti-Netanyahu. Así, la lista de Hadash-Ta’al, que tendría posibilidades de mantener representación en la Knesset, es más proclive a apoyar al primer ministro centrista Yair Lapid. Por el contrario, la lista Balad, que rechazó este apoyo por parte de la Lista Conjunta, no supera ni el 2 % en los sondeos. La división de la representación árabe llevará, además, a una menor participación de este segmento de la población, favoreciendo así que el campo pro-Netanyahu pueda sumar mayoría. En la parte derecha, el Yamina del ex-PM Naftali Bennet se presenta dentro de La Casa Judía, que en los sondeos ronda el 2-2,5 %. El hecho de que supere o no la barrera del 3,25 % (o que lo hagan o no Hadash-Ta’al o Ra’am) será clave para una posible mayoría de Netanyahu. Otro cambio respecto a los últimos comicios es la unificación de Azul y Blanco del ex-PM alterno Benny Gantz, que en 2019 lideraba la oposición contra Netanyahu, y la Nueva Esperanza de Gideon Sa’ar, escisión de Likud, en el partido Unidad Nacional.
La última media de encuestas electorales muestra que los partidos pro-Netanyahu podrían volver a quedarse a las puertas de la mayoría, con 60 escaños. Un apoyo de Ra’am, no descartado por estos ni por Netanyahu, no parece lo más probable por las tensiones que crearía dentro de Likud y especialmente en el ultraderechista kahanista Partido Religioso Sionista. La barrera electoral será totalmente clave en estas elecciones. Si La Casa Judía supera el 3,25 %, entonces Netanyahu podrá tener su mayoría parlamentaria. De no hacerlo, dependerá de si la superan Ra’am y Hadash-Ta’al (o incluso Meretz y los Laboristas).
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