El masivo recorte de impuestos anunciado por la nueva primera ministra Liz Truss fue mal recibido por los mercados y creó una crisis, que obligó a una intervención del Banco de Inglaterra para evitar el desplome de la libra esterlina. Tras las duras consecuencias económicas y la contundente oposición de la opinión pública y los partidos opositores, Truss matizó ligeramente su plan, aunque continúa reivindicándolo. Como mínimo, este plan de rebajas fiscales le ha costado a Truss su credibilidad justo cuando empezaba en el cargo de primer ministra. Los conservadores se encuentran hundidos, con su peor dato desde mayo de 2019 (cuando las negociaciones del Brexit y las elecciones europeas alteraron atípicamente la intención de voto nacional). Los laboristas han aprovechado esta situación para venderse como ‘el partido de la responsabilidad fiscal’. El partido de Keir Starmer roza el 50 % de intención de voto, doblando los datos de los tories, unos datos pocas veces visto en la historia de Reino Unido.
De acuerdo con la última media de encuestas electorales, que ya recoge la crisis del minibudget, los laboristas se sitúan con un 49,5 %, lo que les serviría para más que doblar su representación parlamentaria. Los conservadores bajan más de 7 puntos en un mes y se colocan con un 25 %, y podrían perder tres cuartos de sus escaños. Los liberal demócratas bajan hasta el 9,5 %, pero podrían mejorar su representación ante la caída de los tories. Los verdes se sitúan con un 5 %, los nacionalistas escoceses registran un 4,5 % y ReformUK se mantiene en el 3 %.
Be the first to comment