En septiembre, Austria se enfrenta a unas elecciones cruciales mientras el gobierno de coalición actual, compuesto por el Partido Popular (ÖVP) y Los Verdes, atraviesa un nuevo episodio de intensas tensiones internas. El canciller Karl Nehammer, líder del ÖVP, ha visto cómo su administración se ha debilitado por las crecientes divisiones y las críticas tanto dentro como fuera del gobierno. Pese a ello, los populares consiguieron resistir en las elecciones europeas, manteniéndose por encima de los socialdemócratas y quedando cerca del ultraderechista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), que lidera las encuestas para las elecciones de septiembre.
Recientemente, la ministra de Medio Ambiente, Leonore Gewessler, miembro clave de Los Verdes, ha sido objeto de duras críticas por parte de los socios del ÖVP, que incluso han llegado a exigir su renuncia. Le acusan de ser una "peligro para el Estado" debido a su postura firme en cuestiones medioambientales, que han generado serios desacuerdos en el seno de la coalición. La aprobación antes del verano de la ley europea de restauración de la naturaleza, gracias al voto favorable de la ministra y en contra de la opinión de sus socios de gobierno, disparó la tensión en la coalición. Este conflicto ha profundizado la crisis en el gobierno, con Los Verdes respondiendo con acusaciones contra el ÖVP de bloquear reformas cruciales y de centrarse más en preservar el poder que en resolver los problemas del país.
Mientras tanto, la oposición se prepara para sacar provecho de esta inestabilidad. Herbert Kickl, líder del FPÖ, ha adoptado una estrategia más suave en su campaña, buscando atraer a los antiguos votantes del ÖVP que apoyaron al ex canciller Sebastian Kurz. Kickl ha dejado claro que el FPÖ solo consideraría formar una coalición con el ÖVP si se le concede la cancillería, lo que subraya la firmeza de su posición en las futuras negociaciones. Sin embargo, los populares no parecen dispuestos a ceder la cancillería aun en el caso de que quedaran por debajo del partido ultraderechista, como indican las encuestas.
En el otro extremo, el Partido Socialdemócrata (SPÖ), bajo la dirección del izquierdista Andreas Babler, enfrenta sus propios desafíos internos. Babler lucha por unificar las diferentes facciones dentro de su partido, un esfuerzo necesario para fortalecer su posición en las próximas elecciones. Sin embargo, el actual ruido interno, con críticas públicas por parte de algunos dirigentes del partido amenazan con debilitar a la formación antes de las elecciones.
Los rumores sobre un posible "plan secreto" para una nueva coalición entre el ÖVP y el SPÖ, con participación del liberal NEOS, han comenzado a circular, con algunos sugiriendo que podría ser la única forma de estabilizar el gobierno tras las elecciones, si bien una alianza con el FPÖ dejaría un gobierno más homogéneo ideológicamente. Sin embargo, también se especula que Karl Nehammer podría permanecer como canciller incluso si el ÖVP no logra la victoria, ante el seguro papel de llave del gobierno que tendrá en cualquier escenario. Actualmente parece poco probable que se puedan dar mayorías de gobierno sin la participación de los populares.
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