El Partido Laborista sufre el desgaste en sus primeros meses de gobierno, tras la apuesta del primer ministro Keir Starmer por el largo plazo y la adopción de medidas polémicas, como la eliminación de las ayudas a todos los pensionistas para el pago del gas en invierno. Además, polémicas como la de los abultados regalos al primer ministro en sus primeros meses al frente del gobierno también habrían contribuido a dañar al partido y, especialmente, a su aprobación, que ha bajado del 42 %, cuando fue nombrado jefe del gobierno, al 24 % actual. Starmer ya había avisado de que empezaría su gobierno con «medidas difíciles e impopulares», justificándolas en que son necesarias para lograr el cambio y la mejora del país de cara a los próximos años, con la que buscará renovar la confianza ciudadana en 2029.
Tras 14 años de gobiernos conservadores, los laboristas de Keir Starmer tienen el reto de consolidarse en el poder. Los laboristas ganaron las últimas elecciones bajo la idea de asegurar el cambio en el Reino Unido después de la gran impopularidad que arrastraban ya los últimos gobiernos conservadores. La situación del país tras el Brexit ha empeorado a nivel económico y las relaciones con sus socios europeos se encuentran maltrechas. Los laboristas se enfrentan al desafío de volver a acercar a Reino Unido a Europa, aunque rechazando cualquier intento de regreso a la Unión Europea, combinar el impulso del crecimiento económico con la aminoración de la creciente pobreza y desigualdad en los últimos años, reformar un sistema nacional de salud (NHS) muy debilitado y gestionar la inmigración, uno de los asuntos de mayor preocupación para los ciudadanos en la última década.
Durante sus primeros 100 días, que se cumplen hoy 12 de octubre, los laboristas han tenido que afrontar protestas violentas de grupos racistas, han logrado poner fin a huelgas de trabajadores ferroviarios y sanitarios, han dejado atrás los planes del gobierno de Rishi Sunak de enviar a solicitantes de asilo a Ruanda, han iniciado la formación de una empresa pública de energía con las que impulsar las renovables y han anunciado subidas de impuestos sobre el capital y las empresas y planes para la construcción de vivienda pública con las que hacer frente a la actual crisis habitacional. Por su parte, en el Partido Conservador han continuado durante estos meses su proceso para renovar su liderazgo, que ahora será decidido por los miembros del partido entre Kemi Badenoch y Robert Jenrick en una votación que irá del 15 al 31 de octubre, después de que el resto de candidatos fueran eliminados en rondas de votación entre los diputados tories. Ambos candidatos, especialmente Badenoch, prometen un giro a la derecha del partido, con la vista puesta en recuperar el voto de Reform UK, si bien esto podría suponer una nueva oportunidad para Starmer, cuya orientación moderada podría atraer a votantes centristas de los conservadores.
La caída de los laboristas va en la línea con la pérdida de popularidad de Keir Starmer, que empezó su mandato con un 42 % de aprobación, tras un significativo repunte después de su victoria electoral. En estos momentos, su aprobación ha bajado del 24 %, quedando 31 puntos por debajo del porcentaje de aquellos que le desaprueban.
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