BOLIVIA: Samuel Doria Medina y Tuto Quiroga se destacan en cabeza para las presidenciales y Andrónico Rodríguez se hunde

A pocas semanas de las elecciones generales del 17 de agosto, las encuestas electorales reflejan las ansias de cambio en Bolivia tras casi dos décadas del Movimiento al Socialismo en el poder (primero con Evo Morales y luego con Luis Arce, que renegó del primero), con el paréntesis de casi un año de presidencia de la derechista Jeanine Áñez tras el golpe de Estado de 2019. Según la media de encuestas correspondiente a julio de 2025, dos figuras de la oposición lideran la intención de voto: Samuel Doria Medina, con un 23 %, y Jorge “Tuto” Quiroga, con un 21,5 %, se perfilan como los principales contendientes en una campaña marcada por la fragmentación, la caída del oficialismo y el colapso de la hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS). Todo bajo la sombra del expresidente Evo Morales, aún muy influyente en la política boliviana, que está llamando al voto nulo

Detrás de ellos, con cifras mucho más modestas, se sitúan Manfred Reyes Villa (8 %), el presidente del Senado Andrónico Rodríguez (7 %), el centrista Rodrigo Paz (6 %) y el exministro de Gobierno y candidato oficialista del MAS, Eduardo del Castillo, con apenas un 2 %. La caída de Andrónico Rodríguez es especialmente significativa. Considerado hasta hace pocos meses como el representante del sector evista en el MAS, su candidatura se ha visto afectada por la ruptura definitiva con el expresidente, la fragmentación del voto masista y el desgaste institucional del MAS. Su baja intención de voto lo aleja de la posibilidad de disputar una eventual segunda vuelta, en contraste con las expectativas generadas tras su restitución como candidato por decisión judicial en junio. La importante caída del 14 % al 7 % en apenas estaría muy probablemente vinculada a votantes leales al expresidente Evo Morales, que ha llamado al voto nulo.

Por su parte, Doria Medina — empresario, excandidato presidencial y ministro de Planificación y Coordinación en los años 90 — encabeza la alianza UNIDAD, que agrupa a sectores de centroderecha y centro liberal, incluyendo a Unidad Nacional, Comunidad Ciudadana y otras plataformas regionales. Su campaña se ha centrado en la reactivación económica, el incentivo a la inversión privada y la lucha contra la corrupción, con un estilo pragmático y tecnocrático. Si bien su partido, Unidad Nacional, forma parte de la Internacional Socialista, él está vinculado con líderes de la derecha boliviana como Jeanine Áñez, con quien compartió candidatura presidencial en 2020 (finalmente retirada) o Luis Fernando Camacho, líder de Creemos y exgobernador de Santa Cruz. Su discurso en campaña está siendo más ‘antipolítica’ y con evocaciones a referentes de la derecha latinoamericana como el presidente argentino Javier Milei, como se puede observar en su lema del plan de gobierno «100 días, carajo».

El expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, en cambio, ha irrumpido con fuerza al frente de la alianza LIBRE, desde una posición más nacional-conservadora clásica, apelando a valores tradicionales, soberanía energética y crítica frontal al “fracaso moral” del MAS. Ha logrado articular un discurso orientado a capitalizar el descontento con los gobiernos del MAS, tratando de situarse desde su posición de expresidente como una opción solvente para la recuperación económica y la reversión de las reformas institucionales que habrían «debilitado el Estado de Derecho» por parte del MAS en estas dos décadas. En la campaña electoral también ha enfatizado la necesidad de luchar contra el narcotráfico en el país, acusando al MAS y al candidato Andrónico Rodríguez de haber promovido el cultivo de coca para la producción de cocaína.

Por tanto, salvo sorpresas, que tampoco se pueden descartar dada la presencia de un 30 % de indecisión o voto no declarado, todo apunta a que las elecciones presidenciales de Bolivia de este mes de agosto necesitarán de una segunda vuelta, en la que los candidatos serían Samuel Doria Medina y Jorge «Tuto» Quiroga. Esta segunda vuelta se celebraría dos meses después, el 19 de octubre, en el que los candidatos buscarán alianzas con los candidatos que se queden fuera del balotaje y otros sectores sociales. A la par que las elecciones presidenciales, Bolivia también renovará la composición de la Cámara de Diputados y del Senado, que podría reflejar una inusual fragmentación, obligando a que el próximo presidente deba tejer alianzas con otros grupos políticos para aprobar reformas legislativas.

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