Amplia victoria electoral del partido nacional-populista ANO de Andrej Babiš en las elecciones legislativas, con un 34,5 % de los votos y 80 escaños, 8 más que en 2021. La coalición gubernamental SPOLU, encabezada por el primer ministro Petr Fiala, sufrió un duro revés y cayó a 52 escaños con un 23,5 % del voto, perdiendo así la capacidad de revalidar el Ejecutivo. En conjunto, las fuerzas del gobierno saliente —la coalición de liberales, democristianos y conservadores SPOLU, el centrista STAN y los Piratas— sumaron solo 92 diputados, lejos de la mayoría absoluta de 101, lo que permitirá la vuelta del magnate populista Babiš, que había gobernado el país entre 2017 y 2021, al poder.
La campaña fue áspera, polarizada y marcada por el desgaste de la coalición de Fiala, que había enfrentado una legislatura difícil con inflación persistente, tensiones energéticas y el impacto de la guerra en Ucrania. El debate giró en torno a tres grandes ejes: la economía, la política exterior y la transparencia. Mientras el gobierno defendía su línea proeuropea y su apoyo a Kiev, Babiš trató de capitalizar el cansancio social y la preocupación por el coste de la vida. En sus actos insistió en que el país debía “pensar primero en los checos” y acusó al Ejecutivo de sacrificar los intereses nacionales ante Bruselas y la OTAN. En el tramo final, la campaña se volvió aún más turbulenta: el líder de ANO fue agredido en un mitin a comienzos de septiembre, y varios candidatos de distintos partidos fueron objeto de polémicas por conflictos de interés o irregularidades financieras.
Los resultados confirmaron un desplazamiento del electorado hacia opciones populistas o de derecha radical. Además del importante avance de ANO, emergió con fuerza un nuevo movimiento, los Motoristas (AUTO), que debutaron con un 6,8 % y 13 escaños, si bien la formación ultranacionalista Libertad y Democracia Directa (SPD) cayó al 7,8 % y 15 diputados. Los Piratas lograron ampliar su representación al colocarse con 18 escaños y el centrista STAN logró mantener 22 parlamentarios. Ambas fuerzas políticas, de posiciones más progresistas en cuestiones socioculturales, amplían su apoyo por separado, pese a su paso por un gobierno que sufrió un gran desgaste durante los últimos cuatro años. El izquierdista Stačilo no logró superar la barrera electoral, sufriendo un nuevo fracaso al perder la mitad de apoyos que lograron comunistas y socialdemócratas por separado en 2021. La participación fue alta, cercana al 69 %, signo de la fuerte movilización ciudadana ante una elección percibida como decisiva para el rumbo del país.
Tras el recuento, Fiala reconoció la derrota y felicitó a Babiš, que anunció su intención de formar un gobierno monocolor, aunque los números lo obligan a buscar apoyos externos. Los escenarios más probables apuntan a algún tipo de entendimiento con SPD o con los Motoristas, aunque esas negociaciones no serán fáciles. Ambos partidos exigen contrapartidas políticas y algunos de sus postulados —especialmente los de SPD, abiertamente euroescépticos y críticos con la OTAN— chocan con los compromisos internacionales que Babiš asegura querer mantener. El presidente Petr Pavel, exgeneral y firme defensor del vínculo atlántico, ya ha advertido que no aceptará nombramientos de ministros que pongan en riesgo la orientación pro-occidental del país.
El retorno de Babiš abre una nueva etapa de incertidumbre. Su posible alianza con fuerzas de extrema derecha podría reorientar la política exterior checa, reduciendo el apoyo a Ucrania y aproximando al país a la línea de Hungría o Eslovaquia. Sin embargo, los contrapesos institucionales —el Senado, el Tribunal Constitucional y el propio presidente— limitarán su margen de maniobra. En el plano interno, el próximo gobierno deberá afrontar una economía tensionada por la inflación y la deuda, además de un clima social crispado tras años de ajustes. Sus posiciones económicas se sitúan significativamente más a la izquierda de los del gobierno saliente, habiendo gobernado en legislaturas pasadas con los partidos izquierdistas, de los cuales ha absorbido en la última década sus apoyos electorales.

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