Victoria del Partido Laborista noruego en las elecciones parlamentarias de ayer. Tras 8 años de gobierno conservador de Erna Solberg, los noruegos optaron por un cambio. El laborista Jonas Gahr Støre podrá ser esta vez nombrado primer ministro, tras obtener una mayoría absoluta con sus aliados. A diferencia de en 2017, cuando la encuestas previas a las elecciones mostraban también una victoria de la izquierda, esta vez no hubo un vuelco final durante la campaña. El aumento de la desigualdad, las privatizaciones con la reforma del sector público realizada por el gobierno y el desgaste de la primera ministra debilitan a los partidos de la derecha, que pierden 8 puntos de voto y 20 escaños.
Los laboristas llegaban a las elecciones como favoritos, pese a haber estado como segunda fuerza en las encuestas (e incluso tercera) en los últimos años. Los centroizquierdistas consiguieron destacarse en estos últimos meses y la campaña, con una buena actuación de su candidato en los debates, impulsó más aún su voto. Así, los laboristas consiguieron volver a ser la primera fuerza política de Noruega, posición que mantienen ininterrumpidamente desde 1927. Frente al 25 % que rondaban en los sondeos de la última semana de campaña, el Partido Laborista se hizo con el 26,4 % del voto, apenas 1 punto por debajo de 2017 (también ha pasado de 49 a 48 escaños).
El Partido Conservador, tras 8 años liderando el ejecutivo, sale desgastado y pierde casi 5 puntos respecto a 2017, situándose con un 20,5 % del voto. Los conservadores han pasado así de 45 a 36 escaños. El Partido del Centro, de carácter populista, euroescéptico y origen agrarista, además de socio tradicional del laborismo, sube hasta el 13,6 %, siendo este uno de sus mejores resultados históricos. Centro gana así 9 escaños, pasando de 19 a 28, asegurándose un mayor peso en el próximo ejecutivo respecto a anteriores coaliciones con la izquierda. La derecha radical del Partido del Progreso cae casi 4 puntos hasta el 11,7 % y pasa de 27 a 21 escaños. En el gobierno durante la mayor parte del mandato de Solberg, salió del ejecutivo ante la acogida en Noruega de una mujer que había pertenecido a Estado Islámico. Este es su peor resultado electoral desde 1993. Izquierda Socialista, socio ecosocialista de los laboristas, sube hasta el 7,5 %, por debajo de lo esperado, y pasa de 11 a 13 escaños. El Partido Rojo, surgido tras la fusión de dos partidos comunistas, obtiene su mejor resultado histórico con un 4,7 % y 8 escaños. El Partido Liberal obtiene un 4,5 % y mantiene sus 8 escaños. El Partido Verde decepciona con un 3,8 %, pasando de 1 a 3 escaños, no consiguiendo convertirse en determinante para la formación del gobierno. El Partido Democristiano consigue un 3,8 % y baja hasta los 3 escaños, al no superar la barrera del 4 % (esta da acceso a los 19 escaños compensatorios).
Jonas Gahr Støre, líder laborista, podrá ahora formar gobierno, previsiblemente con sus socios de la Alianza Rojiverde (coalición formada entre 2005 y 2013 bajo el liderazgo de Jens Stoltenberg). El resultado finalmente ha sido mejor de lo esperado de cara a sus intereses. Los partidos de la Alianza Rojiverde cuentan con una mayoría absoluta de 89 escaños, no teniendo que necesitar el apoyo de un Partido Rojo demasiado radical o un Partido Verde que exige medidas sobre el sector petrolífero que el laborismo no puede aceptar. Durante esta campaña, uno de los temas principales fue el cambio climático y la producción petrolífera del país. Los Verdes exigen que no haya más prospecciones y que la producción termine antes de 2035, mientras que los laboristas, al igual que los conservadores o Progreso, quieren mantener el sector. Si bien es cierto que Izquierda Socialista y Centro no son favorables a prolongar este sector clave para el país (40 % de exportaciones y más de 140.000 empleos), la entrada de Verdes en la mayoría de gobierno hubiera exigido muchas más concesiones en este área por parte del laborismo. Así, el hecho de que no se dependa de estos para formar el próximo ejecutivo será sin duda un gran alivio para Støre.
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