En plena crisis económica en Islandia, un conocido cómico fundó el Partido Mejor. Con propuestas absolutamente rocambolescas trató de hacer sátira sobre el sistema político y económico del país. Para sorpresa de todos, incluido él, su candidatura se convirtió en enormemente popular de cara a las elecciones locales de Reykjavík, a las que se presentaba. Ese cómico que se dedicó toda la campaña a parodiar la política islandesa acabó siendo alcalde de 2010 a 2014. Y a juzgar por los sondeos, la ciudadanía valoró bien su gobierno. Aunque decidió no volver a presentarse en 2014, las encuestas mostraban que hubiera sido reelegido. Su nombre: Jón Gnarr.
Quién es Jón Gnarr
Cómico, taxista. Joven aficionado al punk y al surrealismo. Un niño curioso, pero rebelde. Hijo tardío (cuando nació, su madre tenía 45 años y su padre 50) de una familia trabajadora, Jón Gnarr nació el 2 de enero de 1967. Los problemas de concentración y aprendizaje durante su niñez le llevaron a su ingreso en un colegio especial donde utilizaban una ‘pedagogía libre’, según señala él mismo en su libro De cómo me convertí en alcalde y cambié el mundo. Muy pronto abandonaría los estudios, para los cuales «no estaba hecho».
En su casa fue testigo de un gran ambiente político. Su padre era militante comunista y consumía diariamente información política. Por su parte, su madre, menos interesada por la política, era votante del conservador Independencia. Tal era el ambiente político, que las paredes de su casa se encontraban llenas de retratos de los dirigentes del Politburó de la URSS.
Desde pequeño fue aficionado a la comedia, faceta que luego desarrollaría ya en su adultez. Como no pudo acceder a la escuela de arte dramático por no contar con el título de bachiller, tuvo que sacarse una licencia de taxi. Así, su dedicación a la comedia la tuvo que dejar como una actividad secundaria. Sin embargo, poco a poco se fue ganando un nombre en el mundillo. De esta manera, Gnarr acabó participando en diversas series cómicas y shows televisivos, ganando una gran notoriedad en el país.
La ideología política de Jón Gnarr
En su libro De cómo me convertí en alcalde y cambié el mundo, declara que considera que «el anarquismo es para él el único camino hacia una sociedad sin clases, hacia una comunidad solidaria que respete la libertad del individuo y en la que todas las personas puedan configurar su vida libremente y sin heteronomía, siempre que eso no afecte a la libertad de los demás».
En la adolescencia, Gnarr se empezó a interesar por el anarquismo. Aunque las pocas publicaciones anarquistas en islandés dificultaron su acercamiento, según declara él mismo, «cuanto más aprendía sobre anarquismo, más aumentaba su certeza de que era anarquista y siempre lo había sido». Eso sí, siempre estableció una reserva respecto de este movimiento político, rechazando su propensión a la violencia. Pese a su conciencia política, Gnarr no participó hasta 2009 en ninguna actividad ni movimiento político.
De esta manera, podemos considerar a Gnarr como un libertario de izquierdas. Con una idea progresista, pero no excesivamente estatista, defiende valores de solidaridad, igualdad y justicia social, con numerosas críticas hacia el «neoliberalismo» y las privatizaciones. Por otro lado, pese a lo utópico que pueda sonar su discurso, Gnarr demostró un gran pragmatismo y adaptación a la realidad durante su alcaldía. Además, años después de dejar la alcaldía, Gnarr se involucró en la actividad de un partido político tradicional, como es la Alianza Socialdemócrata, al cual ha asesorado, votado y hasta ayudado cerrando listas electorales.
Manifiesto en contra de la tecnocracia
Por otro lado, Gnarr se declara claramente en contra de la tecnocracia. En su libro De cómo me convertí en alcalde y cambié el mundo, realiza una férrea defensa de la democracia, alejada de la idea de un ‘gobierno de expertos’. Proclama que la política debe estar abierta a cualquier persona, independientemente de su formación y experiencia.
Defiende que la democracia necesita de la implicación activa de más gente. Ciudadanos de todo tipo, formación, edad, aptitudes y condición deberían participar en la política, según él. La idea que los políticos deben ser gente muy formada cree que es un error que no hace más que alejar la política de la ciudadanía y crear un círculo vicioso por el cual la desafección política acaba dañando a la democracia.
«Todos nosotros tenemos derecho a implicarnos en política sencillamente porque se nos antoje hacerlo. Si reservo unas vacaciones en Roma, tampoco tengo que saberlo todo sobre la historia de Italia ni sobre la cultura de los antiguos romanos; me basta con ir allí a disfrutar del buen tiempo».
Jón Gnarr (2015). De cómo me convertí en alcalde y cambié el mundo.
‘Humor internacionalista‘
Gnarr defiende que el humor debe ser el rasgo humano del futuro. Y así cree que será. En su libro anteriormente citado, declara que «una vez que el humor se haya impuesto como rasgo característico relevante y universalmente reconocido, los habitantes de esta Tierra se llevarán mejor unos con otros». Defiende el humor como atributo que diferencia a la humanidad y que debe servir para unirla.
El contexto: colapso económico en Islandia
La crisis económica iniciada en 2008 azotó especialmente la economía de Islandia. La desregulación del sector bancario a comienzos de esa década llevó a un gran crecimiento de las entidades bancarias. Sin embargo, los menores controles y limitaciones permitieron la adquisición de una gran cantidad de activos de dudoso cobro, mientras que los tipos de interés elevados atrajeron un gran monto de capital extranjero. Con la explosión de la crisis económica global de 2008 esta burbuja se pinchó, con graves consecuencias para el país. La crisis financiera de Islandia ha sido una de las de mayor tamaño en la historia mundial, en relación a la renta nacional del país afectado. El PIB se contrajo de forma muy pronunciada (más de lo que posteriormente lo hizo por la pandemia) y el desempleo se triplicó, pasando del 2,3 % al 7,6 %.
La crisis económica tuvo importantes consecuencias en la política. El gobierno conservador de Geir Haarde cayó ante la ‘revolución de las cacerolas’, teniendo que adelantarse las elecciones dos años. Las elecciones de abril de 2009 fueron ganadas en ese contexto por la Alianza Socialdemócrata. Por primera vez en la historia de la república, proclamada en 1944, el conservador Independencia no fue el partido más votado, pasando en apenas dos años del 36,6 % al 23,7 % del voto. Los socialdemócratas formaron un gobierno de coalición con el Movimiento Izquierda-Verde, el primero enteramente de izquierdas de la historia del país. Ambos partidos se hundirían posteriormente en las elecciones de 2013, perdiendo más de la mitad de su representación parlamentaria.
Por otro lado, se inició un proceso de reforma constitucional, que finalmente fracasó. En 2010 se convocaron unas elecciones para una Asamblea Constituyente que redactara un nuevo texto constitucional. Estos comicios, con una participación de apenas el 36 %, fueron posteriormente anulados por la justicia. Un referéndum constitucional fue convocado en 2012, obteniendo una aprobación mayoritaria las seis cuestiones puestas a votación. Sin embargo, tampoco fueron especialmente participativas (49 %) y no era un referéndum vinculante. El filibusterismo por parte de la oposición bloqueó la reforma en el Parlamento, evitando que se aprobaran los cambios antes de las elecciones de 2013, cuando los opositores a la reforma se hicieron con la mayoría parlamentaria.
La crisis, en primera persona
Fue la crisis económica, en su apogeo en 2009, lo que llevó a Jón Gnarr a introducirse en el mundo de la política. Hasta entonces, siempre había actuado pasivamente ante ella. La convulsa situación política y social, y las mayores dificultades en su trabajo, así como el encarecimiento, por la caída de la corona islandesa, de unos créditos que debía devolver en divisa extranjera, supusieron el clic que le hizo pasar a la acción política.
«Los políticos habían fracasado. Eran idiotas y gilipollas. Por mucho que todo el mundo se alegrase de haberse quitado por fin de encima a Independencia, los de izquierdas no resultaron ser mucho mejores, así que, aparte de las caras, las nuevas elecciones no trajeron muchos cambios. Lo que hacía falta era algo nuevo de verdad, algo distinto a nuestra política de partidos, tan aburridísima ya».
Jón Gnarr (2015). De cómo me convertí en alcalde y cambié el mundo.
Un partido de «personas dadoras»
El Partido Mejor fue fundado el 16 de noviembre de 2009. En plena crisis económica, nace como una crítica al sistema político y económico. El promotor y líder de esta formación política satírica, Jón Gnarr, señaló al egoísmo y avaricia como las fuerzas que llevaron a tal catástrofe económica. Según él, la codicia de los banqueros habría llevado a la quiebra de las entidades financieras, con las consecuencias que eso tuvo para el pueblo islandés, que entrando en la dinámica del consumismo en un momento de crédito fácil, alimentó la burbuja financiera.
Gnarr divide el mundo entre dos tipos de personas. Por un lado, las dadoras, aquellas que dan sin pretender nada a cambio. Por otro, las receptoras, que sólo aspiran a recibir, pero nunca ayudan a los demás («sanguijuelas emocionales»). Gnarr declara que cuando formó el partido buscó llenarlo de personas dadoras, aquellas que fueran «generosas, inteligentes y sinceras». Gnarr entiende que estas son las personas, que como él, acaban adoptando una postura pasiva frente a la política, por lo que el reto del Mejor Partido era activarlas.
La idea del partido surge de unos sketches que ese mismo año Gnarr había ideado. Para estos, creó un personaje que representaba a un político local, el cual se presentaba por el Mejor Partido (Besti Flokkurinn) y que enunciaba ideas y eslóganes absurdos. Es de esta idea de la que nace el partido.
Programa del Partido Mejor
La idea del partido era situarse al margen del eje izquierda-derecha. Aunque no tenía un programa como tal, el partido se posicionó como un partido progresista. No explícitamente, pero si se hace un pequeño repaso de sus discursos y propuestas, no cabe dudas de que esta candidatura debe enmarcarse en la izquierda. De hecho, finalmente gobernarían con los socialdemócratas, partido de cual habían conseguido buena parte de sus votos.
El partido defendía formas de participación directa de la ciudadanía, la sostenibilidad medioambiental, la promoción de la justicia social, la igualdad de género, la independencia del sistema económico y político islandés… Gnarr definió al partido como «liberal y sólido, con un toque escandinavo, además de reformista, transparente y democrático». Estos puntos mostraban en su web:
- Proteger a los hogares islandeses. El Estado tiene la obligación de satisfacer las necesidades de los hogares. Porque se merecen sólo lo mejor.
- Ayudas para las personas socialmente vulnerables. Ellos necesitan nuestra ayuda y apoyo. Les ofrecemos el uso gratuito de los autobuses y el acceso gratis a todas las piscinas.
- ¡Basta de corrupción! Prometemos luchar contra todo tipo de corrupción, ejerciéndola abiertamente y a ojos de todos.
- Alcanzar la igualdad. Todas las personas nos merecemos lo mejor y sólo lo mejor, independientemente de quiénes seamos y de dónde vengamos.
- Más transparencia. Es importante que los políticos jueguen siempre limpio para que los ciudadanos sepan de qué va la cosa.
- Democracia activa. La democracia es buena, pero la democracia activa es aún mejor.
- Condonación de deudas para todos. Respecto a esto, dejaremos que decida la ciudadanía, que es la que sabe mejor lo que le conviene.
- Autobuses municipales: viajes gratis para estudiantes y desfavorecidos. Podemos prometer más reducciones de costes que el resto de partidos porque ni siquiera vamos a intentar esforzarnos por conseguirlo. Por eso, podemos prometerlo todo.
- Tratamientos dentales gratis para niños y desfavorecidos. Se trata de un servicio que no existe, así que lo prometemos.
- Acceso gratis a las piscinas para todos, y uso de toallas gratis incluido. Esta es una promesa de la que estamos especialmente orgullosos.
- Crack financiero: pedirle cuentas a los responsables. Es lo pertinente.
- Plena igualdad entre sexos. Es lo mejor para todos.
- Escuchar más a las mujeres y a la gente mayor. Reciben escasa atención. Nosotros vamos a cambiar eso.
Al presentar el partido, hicieron un popurrí de las propuestas electorales del resto de partidos, de la manera que tuviera el menor sentido posible. Además, cada vez que otro partido hacía una propuesta, ellos la mejoraban. De esta manera, cuando los partidos de la izquierda propusieron el acceso gratuito a las piscinas municipales, el Partido Mejor acogió esta idea y ofreció también dar toallas gratis en las piscinas a todo el mundo.
Por otro lado, para llamar la atención, el partido lanzaba ideas de lo más novedosas y disparatadas. Así, para combatir el desempleo, la candidatura propuso construir un Disneyland. Otra de sus ideas programáticas fue traer un oso polar al zoo.
La campaña: de cero a la victoria
Solo lanzar el partido, aún no contaban con apoyos según los sondeos. Sin embargo, según fue transcurriendo la campaña y se conoció a Gnarr y su proyecto, el Partido Mejor no hizo otra cosa que subir y subir en intención de voto. Así, en el último mes antes de las elecciones, el Partido Mejor era primero en los sondeos.
De esta manera, la campaña también tuvo que incorporar también algún punto algo más serio para dar consistencia a la propuesta política. Gnarr trasladaba lo siguiente: «Esto lo hago porque me da la gana, porque nos lo pasamos bien. Pero si salimos elegidos no los vamos a tomar muy en serio y llegaremos hasta el final».
Según pasaban las semanas de campaña, se iban acercando simpatizantes a su local de campaña. Crearon un perfil en Twitter y Facebook, y crearon un blog de Blogspot para trasladar sus acciones e ideas. A diferencia de los mensajes de los otros partidos, bien cocinados por sus estrategas, el Partido Mejor seguía una campaña menos planificada y sin medios. Para el logo del partido, optaron por una mano con el pulgar hacia arriba, símbolo de la amistad, y escogieron «la tipografía y combinación de colores más fea».
En cuanto a publicidad electoral, se limitaron a publicar un texto en la sección de anuncios de un periódico menor, que rezaba así: «El Partido Mejor busca a hombres y a mujeres que quieran cambiar algo». Pese a lo simple y lo escondido del mensaje, este anuncio fue finalmente bastante efectivo, a través de su difusión posterior.
Además, el partido publicó un vídeo al inicio de su campaña, con la participación de los candidatos. En él cantaban el ‘The Best’ de Tina Turner, modificando la canción con las propuestas del partido. El spot, titulado ‘El Mejor Vídeo’, se viralizó enseguida.
La última broma
En la recta final de la campaña electoral, en un debate con candidatos de otros partidos ante estudiantes universitarios, Jón Gnarr, hizo un anuncio que dejó en shock a muchos oyentes y alegró por un momento a los otros candidatos. Gnarr anunció lo siguiente:
«Al principio, la idea parecía buena. Pero después la cosa se ha ido haciendo más confusa. Hemos perdido el control de todo. Yo no soy político. Yo soy cómico, y la política no de ningún modo mi oficio. Por tanto, anuncio que el Partido Mejor retira su candidatura de las elecciones municipales».
Jón Gnarr (2010).
Tras el silencio y la sorpresa por el anuncio, Gnarr volvió a sorprender con un «¡Que es broma!», a lo que siguieron las risas de los presentes.
La victoria electoral y la formación de gobierno
Finalmente no fue una broma. Los ciudadanos de la capital de Islandia fueron a votar por el Partido Mejor, convirtiéndolo en la primera fuerza política local. La derecha perdió la mayoría con la que había contado la legislatura anterior y todos los partidos empeoraron sus resultados ante la irrupción del partido de Gnarr. El Partido Mejor se hizo con el 34,7 % de los votos y 6 de los 15 concejales.
Tras las elecciones llegó la hora de decidir cómo gobernar. En el cuartel general del Partido Mejor existía la duda de si podría haber una alianza contra ellos, con un acuerdo entre Independencia y Alianza Socialdemócrata. Entonces, organizaron su equipo negociador para formar un gobierno con los socialdemócratas, ya que descartaban cualquier pacto con el conservador Independencia.
Al compartir buena parte de los objetivos políticos con los socialdemócratas, no fue especialmente complicado armar un programa común de gobierno. Si bien el líder socialdemócrata en la ciudad, que tras la marcha de Gnarr se convirtió en el nuevo alcalde, se enfrentaba a ciertas resistencias internas en su partido, finalmente el pacto pudo formalizarse.
Si no has visto The Wire, fuera del gobierno
¿Construir un parque? ¿Ofrecer un nuevo servicio público? No. La primera condición para ser parte del nuevo gobierno era haber visto la serie The Wire, una de las favoritas del nuevo alcalde en ese momento. El líder socialdemócrata, que iba a ser el nuevo teniente de alcalde, no la había visto, pero se comprometió a ello.
Su etapa de gobierno: de la burla a la seriedad, pero siempre con alegría
Gobernar no es una parodia, obviamente. Por tanto, Jón Gnarr se tuvo que adaptar a su nuevo trabajo. Tuvo que tomar medidas difíciles para tratar de equilibrar las cuentas públicas del Ayuntamiento, como realizar despidos o recortar determinados programas públicos, así como gestionar la situación de la compañía eléctrica local, muy endeudada cuando llegó a la alcaldía.
El gobierno de Jón Gnarr se vio enfrentado a una dura campaña opositora por parte de los partidos y medios conservadores, la cual él mismo relata en su libro. Tratándole como ‘payaso’, le mostraban como incapaz de afrontar los problemas de la ciudad. Gnarr también recibió críticas desde sectores más populares, dado que algunos le percibían como un alcalde dedicado únicamente a asuntos posmodernos, pese a venir él mismo de una entorno humilde.
Pese a todo, Gnarr nunca ha dejado su máxima de transmitir alegría a la gente. Así, ante las críticas de otros concejales, Gnarr decidió responder siempre con sonrisas y buenas palabras, tal y como cuenta en su libro. Tampoco se sometió totalmente al papel convencional de un alcalde de una capital, como puede verse cuando se vistió de drag en una marcha por el Orgullo LGTBI.
La renuncia a la reelección
La noche de Halloween de su último año como alcalde, Jón Gnarr anunció que no volvería a presentarse a las elecciones. Gnarr motivó su decisión en que él no es político, sino cómico, y que el suyo era un partido sorpresa. Y en este caso, si se volviera a presentar, dejaría de ser una sorpresa.
Gnarr tomó esta decisión, pese a que las encuestas indicaban que podría repetir como alcalde, manteniendo los mismos niveles de apoyo que en las elecciones de 2010. Miembros de su partido fundaron un nuevo partido, el Futuro Brillante, que trataba de canalizar ese movimiento y lo trasladó también al ámbito nacional.
La vida de Gnarr tras su mandato
En las elecciones de 2014, el teniente de alcalde de Gnarr, el socialdemócrata Dagur Bergþóruson Eggertsson capitalizó el apoyo al gobierno local y se convirtió en el nuevo alcalde, tras un pacto con Futuro Brillante, la Izquierda-Verde y el Partido Pirata, que entró con 1 concejal.
Tras su salida de la alcaldía, Gnarr se ha dedicado a nuevos proyectos. Se trasladó a Texas para ser profesor en la Universidad de Houston, se trasladó al Centro de Investigación Ambiental y Energética en Ciencias Humanas (CENHS) de la Universidad de Rice, ha participado en numerosas conferencias y escribió en 2015 el libro De cómo me convertí en alcalde y cambié el mundo, en el que relata su experiencia política.
Lo que siempre ha mantenido Jón Gnarr, antes, durante y después de su alcaldía, fue el humor. Un ejemplo lo tenemos en el siguiente tuit, cuando en una visita a Barcelona, parodió a Manuel Valls, anunciando su propia candidatura a alcalde de la capital catalana, imitando al ex primer ministro francés.
Puedes acceder a un recopilatorio de contenidos y entrevistas a Jón Gnarr, AQUÍ.
PARA MÁS INFORMACIÓN SOBRE EL LIBRO DE JÓN GNARR, PINCHA AQUÍ.
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