Los socialdemócratas suecos volvieron a ser la primera fuerza política en unas elecciones generales, como llevan siendo ininterrumpidamente desde 1917. Sin embargo, la victoria y la mejoría respecto a las últimas elecciones no les valieron para mantener su mayoría parlamentaria. El bloque conservador formado por el ultraderechista Demócratas Suecos, los conservadores Partido Moderado y Democristianos y el Partido Liberal consiguió hacerse con 176 escaños, uno más de los necesarios para obtener la mayoría absoluta.
El ascenso de Demócratas Suecos fue otra de las noticias de estos comicios. La ultraderecha continuó con su imparable crecimiento en el país nórdico. Desde sus primeras elecciones en 1988 no han hecho más que avanzar electoralmente. Por primera vez desde 1976, el Partido Moderado no será la segunda fuerza política del país. Sin embargo, será Moderado el encargado de formar el próximo gobierno. Su líder, Ulf Kristerson, tendrá el reto de liderar un nuevo ejecutivo en el que deberá integrar a partidos tan distintos como Demócratas Suecos y los Liberales. Ambos partidos han rechazado mutuamente su presencia junto al otro en un posible gobierno. Ambas formaciones guardan importantes diferencias en todo tipo de temas, desde inmigración a economía, pasando por su posición sobre la UE. Muchas voces dentro del Partido Liberal se muestran contrarios a compartir el poder con la ultraderecha. Estas diferencias se espera que serán explotadas por los socialdemócratas, que tratarán de introducir en la agenda temas en los que los socios del bloque conservadores choquen.
En el bloque progresista, fueron los partidos que gobernaron juntos de 2014 a 2021, Socialdemócratas y Verdes (que salió de la coalición el año pasado), los que mejoraron sus resultados. Mientras, han perdido fuerza Izquierda y Centro, que durante esta legislatura ha pasado de ser parte de la Alianza (bloque del centroderecha hasta las pasadas elecciones, sin la ultraderecha) a ser uno de los socios de los socialdemócratas. Esta integración de Centro en el bloque progresista habría llevado a dos movimientos de transferencias de voto, con un cuarto de sus votantes de 2018 optando por partidos de la derecha y otro cuarto por otros de los partidos del bloque progresista (fundamentalmente los socialdemócratas).
En estas elecciones se da la paradoja de que tres partidos que han empeorado sus resultados electorales formarán gobierno gracias a la mejoría del ultraderechista Demócratas Suecos. Esta formación ha seguido atrayendo votos de partidos más allá de la derecha. Así, de acuerdo con sondeos poselectorales, el 8 % de los votantes socialdemócratas en 2018 optó esta vez por Demócratas Suecos. El ligero endurecimiento del discurso socialdemócrata en temas de inmigración y seguridad no ha servido para tapar estas fugas. Por otro lado, este giro discursivo dado con Magdalena Andersson (hay que aclarar que en absoluto al nivel de los socialdemócratas daneses) ha ocasionado otras transferencias hacia el partido de la comunidad islámica, Nyans, que en algunos distritos ha llegado a superar el 15 % del voto (aunque a nivel nacional apenas suma un 0,4 %).
A la vez que las elecciones generales se celebraron las locales. En estas, la izquierda se impuso en la capital, Estocolmo, donde actualmente lideraban el gobierno los conservadores de Moderado. Socialdemócratas, Izquierda y Verdes sumaron mayoría absoluta por primera vez desde 2002 y cosecharon sus mejores resultados electorales desde 1994.
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