La mayoría de estonios quiere que la primera ministra dimita tras descubrirse que una empresa logística de su marido continuó vendiendo a Rusia meses después del inicio de la guerra en Ucrania.
Estonia, dada su proximidad geográfica a Rusia y su contexto histórico-cultural, ha sido desde el principio uno de los países más beligerantes con la guerra iniciada por Vladimir Putin contra Ucrania. Ha sido de los países que más esfuerzo presupuestario han realizado para ayudar militarmente a los ucranianos y uno de los que más ha sufrido las consecuencias de la guerra, con tasas de inflación que han llegado a superar el 20 %. Por eso, todo lo que involucra a Rusia tiene una especial importancia en este país báltico.
El descubrimiento la semana pasada de que una empresa dedicada al transporte, propiedad del marido de la primera ministra Kaja Kallas, del liberal Reforma, ha seguido haciendo negocio en Rusia meses después del inicio de la guerra se ha convertido en un escándalo nacional. La contundencia mostrada por el gobierno nacional frente a Rusia y las sanciones impuestas parecen ir en contradicción con el comportamiento mostrado por la empresa del marido de Kallas, que, sin embargo, no se habría saltado la ley. Desde el equipo de la primera ministra defienden que Kallas no tiene relación con esta empresa.
El escándalo está suponiendo un fuerte cuestionamiento de la jefa de gobierno. Un 57 % de los estonios cree que debería dimitir y otro 31 % considera que debe dar explicaciones, según una encuesta de Norstat y Turu-uuringute recientemente publicada. Por ahora, los socios de Kallas en el gobierno, los Socialdemócratas y el liberal Estonia200, rechazan que esto vaya a romper el ejecutivo. Sin embargo, parece cada vez más inevitable que Kallas tenga que dar explicaciones ante el Parlamento, algo que ya ha solicitado también el Presidente de la República.
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