El Movimiento por la Justicia de Pakistán (PTI) del ex primer ministro Imran Khan se enfrenta a unas elecciones como partido más popular del país, pero en un contexto de represión por parte del sistema político y militar pakistaní. Tanto es así, que Khan se encuentra en prisión y el partido no ha podido presentar listas y sus candidatos aparecerán como independientes.
Las elecciones generales de este 8 de febrero se celebran en un contexto de profunda crisis política, económica y de seguridad. En estas elecciones, se renovarán los 266 representantes de la Asamblea Nacional, así como los representantes de las asambleas legislativas regionales de las cuatro provincias del país, en un ambiente marcado por la polarización, la violencia y el descontento político. Los 266 representantes elegidos directamente en distritos uninominales (por sistema FPTP) irán acompañados de 60 escaños reservados a mujeres (elegidos proporcionalmente según los resultados electorales) y 10 para minorías religiosas. 128,5 millones de pakistaníes están llamados a las urnas, que estarán abiertas desde las 8h a las 17h (hora local, GMT+5).
La situación política está dominada por la figura de Imran Khan, ex primer ministro, actualmente en prisión y excluido de la contienda electoral. Su partido, el Movimiento para la Justicia de Pakistán (PTI), enfrenta una serie de desafíos legales y restricciones, incluyendo la prohibición de usar su símbolo de partido y la inhabilitación de Khan para las elecciones, situaciones que han generado preocupaciones sobre la integridad del proceso electoral. Pese a que en los momentos previos a su destitución, su popularidad estaba en caída ante el aumento del coste de la vida, la moción de censura de abril de 2022, que prosperó por estrecho margen (174 votos de los 342 diputados), y la posterior represión contra él y su movimiento han revitalizado sus apoyos. Aunque no se han publicado encuestas electorales, ya que la autoridad electoral las prohibió, las escasas proyecciones publicadas muestran al PTI como claro favorito, pese a que no presenta listas propias y sus candidatos aparecerán como independientes.
El PTI llegó al poder en 2018, rompiendo el bipartidismo entre la centroderechista Liga Musulmana (PML-N) y el centroizquierdista Partido del Pueblo (PPP), grupos políticos que han dominado el último medio siglo de política del país. Habitualmente definido como «populista», apuesta por políticas de refuerzo del Estado del Bienestar y una retórica nacionalista que le hace defender una política exterior más alejada de los intereses occidentales. Aupado inicialmente por el poder militar, que cuenta con un peso muy relevante en la vida política del país, el líder del PTI y primer ministro entre 2018 y 2022, Imran Khan, perdió el favor de los militares. El PTI aboga por reformas democratizadoras que sujeten el poder militar al civil.
Por otro lado, Nawaz Sharif, tres veces primer ministro y líder de la Liga Musulmana de Pakistán-N (PML-N), emerge como uno de los principales favoritos. La situación de Sharif ha cambiado significativamente desde 2018, cuando se encontraba en prisión por corrupción. Ahora, tras la anulación de sus condenas y su regreso a Pakistán, se presenta a las elecciones con su principal rival político en prisión. Su hermano Shehbaz Sharif fue quien sustituyó a Khan como primer ministro, ocupando el cargo hasta el pasado mes de agosto, cuando se nombró a un gobierno interino de cara a la celebración de las elecciones generales, que finalmente se retrasaron más allá de lo permitido constitucionalmente. Aunque peleado en su momento con el poder militar, que en anteriores ocasiones también fue su principal aval político, Sharif habría vuelto a ganar el favor militar por ser considerado el único candidato que puede vencer a Khan y su PTI.
Junto a estos dos candidatos principales se sitúa Bilawal Bhutto Zardari, candidato del centroizquierdista Partido del Pueblo. Hijo de la ex primera ministra Benazir Bhutto y el expresidente Asif Ali Zardari, y nieto del expresidente Zulfiqar Ali Bhutto, es el actual representante de la importante familia política Bhutto. Sin embargo, su formación política se encuentra en claro retroceso electoral. En las últimas elecciones de 2018, en las que Bilawal Bhutto Zardari ya fue candidato, el PPP apenas obtuvo un 13 % del voto y 55 de los 342 escaños, concentrados fundamentalmente en la región meridional de Sindh. Junto a este partido, también cabe destacar la presencia de fuerzas islamistas extremistas que congregan a casi una décima parte del electorado, pudiendo conseguir alrededor de una veintena de representantes.
La economía de Pakistán enfrenta enormes desafíos, con una inflación galopante cerca del 30%, una moneda en declive y un severo déficit de la balanza de pagos que ha paralizado las importaciones y obstaculizado el crecimiento industrial. Estos problemas económicos, junto con la necesidad de negociar la extensión de un programa de rescate con el FMI, hacen que el panorama para el próximo gobierno sea particularmente complejo. La seguridad es otra preocupación mayor, con un aumento significativo en los ataques terroristas en el último año y una serie de atentados violentos en la víspera de las elecciones, que han dejado numerosas víctimas y han puesto en alerta a las autoridades.
La presencia de militares y fuerzas paramilitares ha sido reforzada en un intento por garantizar la paz durante el proceso electoral, si bien este movimiento también puede ser visto como una forma de «intentar controlar las elecciones». En estas elecciones en Pakistán también serán de relevancia la posición del país en política exterior, en un contexto de creciente enfrentamiento con su país vecino y archienemigo, India. Una victoria de Khan conduciría a un gobierno de corte más nacionalista, con mayor posibilidad de enfrentamiento con India, así como más alejado de EEUU y próximo a otras potencias como China o Rusia. Un asunto que deberá afrontar el próximo gobierno deberá ser también la revisión de las relaciones con el gobierno talibán en su vecina Afganistán.
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