El islamista Frente de Acción Islámica, miembro de Hermanos Musulmanes, triunfaron en las elecciones de Jordania de hace unos días. La formación ganó 31 de los 138 escaños del parlamento, un aumento de 26 escaños en comparación con las pasadas elecciones. Este resultado refleja un cambio importante en el panorama político jordano, impulsado en gran medida por el descontento popular frente a la guerra en Gaza y las crecientes tensiones con Israel.
El ascenso islamista fue favorecido por su postura firme en apoyo a Palestina, y específicamente a Hamás, y su capacidad para capitalizar el enojo de la población por el conflicto en Gaza. Jordania, donde aproximadamente la mitad de la población es de origen palestino, ha sido testigo de protestas masivas en solidaridad con Gaza, lo que contribuyó a que el Frente de Acción Islámica ganara cerca de medio millón de votos, un número sin precedentes en su historia política.
A pesar de los avances del Frente de Acción Islámica, el parlamento sigue siendo mayoritariamente dominado por fuerzas tribales, centristas y progubernamentales, debido a la nueva ley electoral de 2022 que buscaba diversificar la representación, incluyendo más escaños reservados para mujeres y fortaleciendo el papel de los partidos políticos. No obstante, la participación electoral fue baja, con una tasa de apenas el 32%, lo que refleja un desinterés persistente entre los votantes, agravado por la crisis económica y la elevada deuda pública del país.
La victoria del Frente de Acción Islámica, si bien no suficiente para formar una mayoría, constituye una señal de la creciente influencia del islamismo político en Jordania, impulsada por su habilidad para conectar con las preocupaciones económicas y geopolíticas de los jordanos, en especial en relación con el conflicto palestino-israelí y el impacto de las políticas económicas del gobierno.
Jordania adoptó un nuevo sistema electoral para las elecciones parlamentarias de 2024, diseñado para aumentar la representación de los partidos políticos y reducir la influencia tradicional de las tribus. Bajo esta nueva ley, 41 de los 138 escaños del parlamento están ahora reservados exclusivamente para partidos políticos, lo que marca un cambio notable hacia un sistema multipartidista más robusto. Este sistema ha sido una respuesta a las críticas de que el parlamento estaba controlado principalmente por facciones tribales y progubernamentales, dejando poco espacio para la pluralidad política.
La reforma electoral también incluyó una expansión del número total de escaños, de 130 a 138, y un incremento en la representación femenina, gracias a una mayor cuota de escaños reservados para mujeres. Además, la edad mínima para ser candidato fue reducida para fomentar la participación juvenil. Bajo el nuevo sistema, 97 escaños son elegidos en 18 distritos electorales con de 3 a 10 representantes cada uno, bajo listas desbloqueadas que deben superar el 7 % del voto (siempre que al menos dos listas cumplan este criterio). Los restantes 41 escaños son otorgados a los partidos en base a listas cerradas a nivel nacional que superan el 2,5 % del voto, bajo criterios proporcionales. La ley reserva un total de 18 escaños para mujeres, 7 para cristianos y 2 para chechenos y circasianos. A pesar de estos cambios, los críticos señalan que la nueva ley no ha eliminado por completo el poder de las élites tribales ni ha garantizado la independencia del parlamento frente a las influencias del gobierno.
El nuevo sistema multipartidista, en teoría, permite una mayor competencia política, pero en la práctica, los partidos opositores como el Frente de Acción Islámica aún enfrentan desafíos. Aunque lograron avances significativos en las elecciones de 2024, con el IAF ganando 31 escaños, el parlamento sigue siendo dominado en su mayoría por fuerzas tradicionales y leales al gobierno. La baja participación electoral también es un indicador de la desilusión de los votantes con el sistema, un problema persistente en la política jordana.
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