Mañana, 21 de septiembre de 2024, Sri Lanka celebrarán unas elecciones presidenciales de gran importancia, después de los convulsos años vividos en el país. En un contexto de profunda crisis económica y política, el candidato izquierdista Anura Kumara Dissanayake, líder del movimiento socialista Poder Popular Nacional, lidera las encuestas con un 44 % de intención de voto. Este escenario se presenta como la primera elección desde que la nación declaró la bancarrota en 2022, tras el colapso económico que desembocó en la renuncia del presidente nacionalista cingalés Gotabaya Rajapaksa y la asunción del actual presidente, Ranil Wickremesinghe. Este último también se presenta como candidato, aunque las encuestas lo posicionan en tercer lugar, con un modesto 22 % de intención de voto.
En las elecciones de este sábado están llamados a las urnas 17,1 millones de ciudadanos, que podrán emitir su voto de 7:00h a 16:00h (hora local, GMT+5:30) en 13.314 centros de votación distribuidos a lo largo y ancho del país.
Años de crisis y protestas en Sri Lanka
La crisis económica de 2022 fue el punto de inflexión que desencadenó un periodo de inestabilidad política sin precedentes en Sri Lanka. A consecuencia de la grave escasez de combustible, alimentos y medicinas, el país se vio inmerso en una ola de protestas, conocidas como el movimiento Aragalaya, que culminó con la salida del poder de Gotabaya Rajapaksa. Tras su marcha, Ranil Wickremesinghe asumió la presidencia como su sucesor tras ganar con un 61 % las elecciones presidenciales extraordinarias de 2022, y ha implementado un plan de recuperación económica basado en un rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI) por cuantía de casi 3 mil millones de dólares. Sin embargo, las reformas exigidas para el rescate, como el aumento de impuestos y precios de servicios básicos, han afectado gravemente a la clase media y trabajadora, lo que le ha hecho ganarse rechazo social.
Sri Lanka aún no ha superado las secuelas de la guerra civil (1983-2009), y las tensiones étnicas entre los cingaleses mayoritarios y las minorías tamiles y musulmanas siguen siendo un tema sensible. Una situación agravada por la creciente pobreza, que entre 2019 y 2023, se duplicó, con más del 25 % de la población viviendo por debajo de la línea de pobreza. Aunque la economía está experimentando un crecimiento lento después de haber caído un 7,5 % en 2022, la mayoría de la población no ha visto aún los beneficios, con salarios estancados y precios aún al alza.
Sistema electoral y candidatos de las elecciones presidenciales de Sri Lanka
Sri Lanka utiliza un sistema de votación preferencial en sus elecciones presidenciales, en el cual los votantes pueden clasificar a tres candidatos por orden de preferencia. Si ningún candidato obtiene más del 50 % de los votos en la primera ronda de conteo, se eliminan a los candidatos con menos votos y se redistribuyen las segundas preferencias. Este sistema será crucial en una elección con varios candidatos de peso y sin un claro ganador que vaya a superar el 50 % en las primeras preferencias. La ventaja de Dissanayake parece, sin embargo, difícil de dar la vuelta.
La lista de candidatos incluye a 38 aspirantes, aunque solo cuatro tienen porcentajes de voto significativos. El izquierdista Anura Kumara Dissanayake es el favorito y representa la nueva esperanza para muchos votantes, especialmente los jóvenes y las clases trabajadoras. Su mensaje de reforma estructural y lucha contra la corrupción ha alcanzado a quienes sienten que el país necesita un cambio radical después de años de crisis.
Sajith Premadasa, líder del partido Samagi Jana Balawegaya (SJB) y figura populista, es otro contendiente destacado, aunque se encuentra por detrás de Dissanayake en las encuestas, con un 27 % de apoyo. Premadasa ha basado su campaña en la creación de empleo y el alivio de la pobreza, apelando principalmente a las clases bajas y rurales.
Por su parte, el centroderechista Wickremesinghe busca la reelección, pero su gestión de la crisis económica ha afectado gravemente su popularidad. Aunque ha recibido elogios por asegurar fondos del FMI y estabilizar la moneda local, las medidas de austeridad que ha implementado han alienado a muchos votantes. En las encuestas, solo un 22 % de los votantes le da su apoyo, lo que refleja la profunda insatisfacción con su gobierno.
Namal Rajapaksa, hijo del ex presidente Mahinda Rajapaksa y sobrino de Gotabaya Rajapaksa, presidente hasta 2022 cuando tuvo que exiliarse por las intensas protestas contra su gobierno por la situación de crisis, representa al Frente Popular de Sri Lanka (SLPP), una facción política nacionalista cingalesa que dominó la escena política del país durante más de una década. Sin embargo, tras el colapso de la economía en 2022, el apoyo a la dinastía Rajapaksa ha disminuido significativamente. Namal solo cuenta con un 4 % de intención de voto, certificando así la impopularidad de la dinastía familiar.
El peso de las minorías en las elecciones de Sri Lanka
Uno de los factores clave en esta elección es el voto de las minorías tamiles y musulmanas, que históricamente han sido decisivos en elecciones fragmentadas. En este sentido, la distribución de las segundas preferencias será crucial, especialmente en un escenario donde los votos de la mayoría cingalesa estén divididos entre Dissanayake, Premadasa y Wickremesinghe.
Como ha señalado el analista político DBS Jeyaraj a DW, «la tarta será horneada con los votos cingaleses, pero la guinda la pondrán los votos de las minorías». A diferencia de elecciones anteriores, donde las cuestiones étnicas dominaban la agenda, en esta ocasión la economía ha pasado a ser el tema principal. Sin embargo, las minorías (fundamentalmente, tamiles), que representan más del 20 % de la población, pueden inclinar la balanza en un escenario tan competitivo.
Perspectivas y desafíos para el futuro
Sea cual sea el resultado, el próximo presidente de Sri Lanka tendrá que enfrentarse a multitud de desafíos. La recuperación económica aún no está consolidada. Si bien la deuda se ha reestructurado en parte, la capacidad del país para generar ingresos sigue siendo limitada, lo que plantea un importante reto para el futuro gobierno. Además, el aumento de la pobreza y la desilusión generalizada con el sistema político pueden generar nuevos episodios de inestabilidad si no se logran resultados en los próximos años.
Por otro lado, las elecciones también moldearán la política exterior del país, que se mueve entre las influencias india y china. China ha sido un aliado clave en los últimas décadas, invirtiendo fuertemente en infraestructura, como el puerto de Hambantota, bajo su iniciativa de la Franja y la Ruta. Sri Lanka, además, ha mantenido buenas relaciones históricamente con los chinos, siendo el primer país no comunista que reconoció a la República Popular de China. Sin embargo, esta relación ha generado preocupación sobre la creciente dependencia de Sri Lanka de los préstamos chinos, que, según los críticos, limita la soberanía del país. A este respecto, la dinastía Rajapaksa era especialmente proclive a las aproximaciones a China, mientras que la actual administración de Wickremesinghe se muestra más reacia. India, por otro lado, tiene un interés estratégico en mantener una Sri Lanka estable y lejos del alcance de China. Así, ha proporcionado ayuda económica y militar, y sigue siendo un socio crucial en la región, especialmente en los ámbitos comercial y de seguridad. Por su parte, Estados Unidos y la Unión Europea han mantenido una relación más cautelosa, mostrando una mayor preocupación por los derechos humanos y la gobernanza democrática tras la guerra civil.
Así, el día de mañana, 21 de septiembre de 2024, se perfila como una fecha decisiva para el futuro de la República Socialista Democrática de Sri Lanka. Las elecciones no solo determinarán quién liderará el país, sino también cómo se enfrentará a la reconstrucción de su economía, la restauración de la confianza en sus instituciones democráticas y la reconciliación de sus divisiones internas.
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