Después de meses de negociaciones intensas y un prolongado impasse político, Bélgica ha alcanzado finalmente un acuerdo para formar un nuevo gobierno federal. El pacto, conocido popularmente como el “Acuerdo Arizona” por los colores de los cinco partidos que lo impulsan, representa un hito en la historia política del país y marca la primera vez que un líder nacionalista flamenco, Bart De Wever, asumirá el cargo de primer ministro. El nuevo ejecutivo estará formado por la Nueva Alianza Flamenca, los dos partidos democristianos (Les Engagés, de Valonia, y CD&V, de Flandes), el liberal valón Movimiento Reformador y el socialista flamenco Vooruit. Una coalición heterogénea ideológicamente que busca, además de un gobierno con una mayoría suficiente, guardar los equilibrios entre Flandes y Valonia y premiar a los principales vencedores de las elecciones (N-VA, como partido más votado, y MR, Les Engagés y Vooruit por su crecimiento en votos).
Un camino de tensiones y concesiones
Los partidos que conforman la coalición —cuyo nombre se inspira en la correspondencia entre los colores de los partidos y la bandera de Arizona (amarillo, azul, naranja y rojo) — llevaron a cabo intensos encuentros en las últimas semanas, según han venido informando los medios belgas. La necesidad de salir de un prolongado bloqueo político motivó a las formaciones a dejar de lado parte de sus posturas más intransigentes y a encontrar un terreno común que, hasta hace pocos meses, parecía inalcanzable. El acuerdo, sin embargo, deberá ser aún ratificado internamente por los respectivos partidos políticos. En las bases de algunos de ellos, como las del socialista flamenco Vooruit, el acuerdo necesitará una mayor pedagogía para contar su aprobación.
Bart De Wever, líder de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA), jugará un papel central en este Ejecutivo, una evolución que varios analistas califican de “histórica”. Durante las negociaciones, De Wever habría mostrado “una faceta más pragmática y orientada al compromiso” que en otras ocasiones. Líder de un partido de derecha nacionalista flamenca y con una gran orientación liberal en lo económico, su acuerdo con democristianos y socialistas flamencos, mucho más favorables a una economía social, representa un acuerdo histórico. Más aún teniendo su pasado político, con unos inicios en el que contaba con un discurso nacionalista mucho más radical y agresivo contra Valonia. Además, la única otra ocasión en la que el partido estuvo presente en el gobierno federal, entre 2014 y 2018, con el liberal valón Charles Michel como primer ministro, fue bajo un acuerdo con partidos democristianos y liberales, pero ninguno de izquierdas.
Principales ejes del acuerdo
Aunque los detalles definitivos del programa se irán perfilando en los próximos días, varios medios como han publicado las principales claves de la hoja de ruta del nuevo gobierno:
- Reforma institucional y estatal: Se prevé una redistribución más clara de competencias entre el nivel federal, las regiones y las comunidades, con el fin de garantizar una mayor eficiencia en la toma de decisiones y de aliviar la burocracia.
- Pacto económico y social: El Gobierno “Arizona” busca impulsar la economía mediante un programa de estímulo a la innovación, con especial énfasis en la transición digital y medioambiental. También se contempla revisar el sistema fiscal, con una mayor tributación de las grandes ganancias bursátiles y de los beneficios bancarios, y reforzar las políticas de empleo y de formación profesional.
- Política migratoria y de integración: Se apunta a un plan de integración más efectivo para los recién llegados, un control reforzado de las fronteras y una política de migración regulada en estrecha colaboración con la Unión Europea.
- Medidas de sostenibilidad y cambio climático: El acuerdo incluye objetivos de reducción de emisiones de CO₂ y planes de inversión en energías renovables, así como una fiscalidad adaptada a estos objetivos. Se prevé un mecanismo de coordinación entre Flandes, Valonia y Bruselas para afrontar desafíos medioambientales compartidos.
- Gobernanza y transparencia: Uno de los puntos clave es la propuesta de “modernizar la democracia belga”, con más participación ciudadana y mayor transparencia en la gestión de fondos públicos.
Reacciones encontradas
La formación del nuevo gabinete no ha estado exenta de polémicas. Mientras los negociadores defienden que se han asumido “responsabilidades históricas” para acabar con el bloqueo, algunos partidos de la oposición han calificado el Gobierno de "vándalos" o incluso “Titanic”. Acusan a la coalición de promover recortes sociales y de apostar por medidas excesivamente liberales en términos económicos.
Por su parte, algunos grupos ecologistas e independentistas más radicales han manifestado su descontento, sea por considerar insuficientes las promesas sobre el clima o por pensar que la autonomía regional no se ha reforzado lo bastante. No obstante, el liderazgo asumido por Bart De Wever ha sido descrito por diversos observadores como un giro pragmático, mostrando la capacidad del líder nacionalista para negociar y acordar con formaciones políticamente distantes, renunciado a sus posturas más maximalistas. Y es que N-VA, en sus orígenes, siempre defendió la independencia de Flandes, algo que parece lejos de los puntos acordados por la coalición.
Próximos pasos
La nueva coalición se someterá en los próximos días a la aprobación de los órganos internos de cada partido, un paso formal pero esencial para el inicio del mandato. Se espera que, salvo sorpresas de última hora, el Parlamento belga otorgue finalmente su confianza al nuevo Ejecutivo. De confirmarse, este gobierno entraría en funciones de manera inmediata, con una lista de ministros y secretarios de Estado que ya se perfila en los medios.
El desafío no será menor para un país marcado por la diversidad lingüística y los intereses contrapuestos de Flandes, Valonia y Bruselas. Aun así, el hecho de haber alcanzado un entendimiento sólido tras un periodo de incertidumbre prolongada se percibe como un soplo de esperanza para la gobernabilidad del país. En una legislatura que durará hasta 2029, sin embargo, las diferencias ideológicas entre los nuevos socios de gobierno podrían emerger y complicar la gobernabilidad del país en el futuro próximo.
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