A casi dos años de las elecciones generales de marzo de 2027, el panorama político de Malta se mantiene dominado por el Partido Laborista, aunque la sucesión de escándalos de corrupción y de episodios descontento social se mantienen como una amenaza que puede erosionar su hegemonía a medio plazo. La oposición, liderada por el Partido Nacionalista, no logra capitalizar completamente el desgaste del gobierno, mientras surgen nuevos actores políticos, fundamentalmente en el espectro progresista, con escaso impacto de momento.
Según la última media de encuestas electorales, el Partido Laborista ha recuperado terreno en los últimos meses. De un 46,5 % en diciembre de 2024 ha pasado al 52,5 % en abril de 2025. Aunque sigue por debajo de su resultado en las elecciones de 2022 (55,1 %), los últimos datos indican un fortalecimiento del apoyo tras meses de desgaste durante 2024 por los escándalos judiciales en torno a la privatización de hospitales, que implicaban al ex-primer ministro Joseph Muscat.
El Partido Nacionalista, principal fuerza de oposición, cae ligeramente del 46,5 % en diciembre al 43,5 % actual. Esta caída, en contraste con el ascenso del laborismo, refleja las dificultades del PN para consolidarse como alternativa creíble pese al contexto favorable. A su líder, Bernard Grech, se le reprocha falta de carisma y de renovación programática, mientras el partido sigue anclado en estructuras tradicionales.
En este escenario reaparece una de las constantes del sistema político maltés: su rigidez bipartidista. Los intentos de romper esta dinámica desde el centroizquierda han sido, por ahora, poco fructíferos. Tanto el partido ecologista ADPD como la nueva formación Momentum apenas alcanzan el 1,5 % y el 2 %, respectivamente, en las encuestas, ligeramente por debajo de los valores de meses pasados. Sus mensajes de regeneración, justicia social y transparencia no terminan de consolidar una base electoral significativa, ante una estructura de partido muy sólida de los laboristas.
A nivel institucional, el gobierno de Robert Abela ha impulsado este año reformas polémicas, como el Proyecto de Ley 125, que limita el acceso ciudadano a investigaciones judiciales. La medida ha sido duramente criticada por organizaciones civiles y por la oposición, que la ve como un retroceso democrático. Además, el Ejecutivo se ha resistido a aprobar una legislación efectiva contra las demandas SLAPP, utilizadas para silenciar a periodistas.
A pesar de estos contratiempos, el Partido Laborista llega a mediados de 2025 fortalecido en intención de voto y con su control institucional intacto. Los buenos datos económicos del país siguen reforzando al gobierno, a pesar de las polémicas y el desgaste después de 12 años de gobierno ininterrumpido. Aunque las elecciones de 2027 aún quedan lejos, Malta ya se mueve en clave preelectoral, como se puede ver en la formación de nuevos partidos políticos como Momentum. El movimiento de los laboristas en la última década hacia posturas más liberales y la acumulación de escándalos pueden suponer una oportunidad para el surgimiento de partidos de izquierdas.

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