La Asamblea Nacional aprueba la reforma electoral propuesta por el bloque político que sostiene al presidente Recep Tayyip Erdoğan, AKP y MHP. La reforma electoral es un intento de Erdoğan de minar los intentos de la oposición de obtener una mayoría parlamentaria en las elecciones legislativas del próximo año.
Bajo este sistema electoral, ya aprobado, y que no podrá aplicarse en caso de elecciones anticipadas (debe pasar 1 año entre la reforma electoral y las elecciones en las que aplicar el nuevo sistema). Las elecciones legislativas y presidenciales están previstas para junio de 2023, por lo que sí podrían aplicarse estas modificaciones.
Los cambios afectan a la barrera electoral, al modo de distribuir los escaños entre los partidos, a los requisitos para presentar candidatura en las elecciones o la composición de los comités electorales.
Reforma electoral para tratar de minar a la oposición
Uno de los cambios que más impactos tendrán en el resultado de las elecciones será el modo de adjudicación de los escaños. Se acaba con la distribución de acuerdo con el voto de las alianzas políticas, un instrumento que se aplicó en las elecciones de 2018 para permitir el acuerdo entre AKP y MHP, permitiendo a este último sortear la barrera electoral del 10 %. Este sistema repartía los escaños según el voto de las alianzas y luego otorgaba los escaños a los partidos según la proporción que representaba su voto sobre el total de la alianza. Ahora los escaños serán distribuidos según los votos de cada partido en las distintas circunscripciones, siguiendo la fórmula D’Hondt, lo que impedirá que partidos pequeños en puedan obtener representación, que ahora sí podían conseguir gracias al reparto según el voto de las alianzas electorales. Este sistema hubiera dado a AKP en las anteriores elecciones unos 15 escaños más. Sin embargo, algunos expertos y políticos opositores señalan que podría ser un bumerán, dado que la distribución del voto en 2023 no será la de 2018.
Otro de los cambios aprobados en la reducción de la barrera electoral. Esta era, desde el restablecimiento de la democracia tras el golpe de 1980, de un 10 %, impidiendo así la representación de múltiples grupos políticos. De hecho, esta barrera ha sido clave en la historia reciente de Turquía. Gracias a esta, en 2002, con un tercio de los votos, AKP llegó al poder con más de dos tercios de los escaños, gracias a que sólo AKP y CHP consiguieron representación. Los tres partidos que formaban el anterior gobierno quedaron unos pocos puntos por debajo de la barrera. Esta supermayoría permitió a AKP gobernar cómodamente, incluso permitiéndoles reformar la Constitución.
A partir de ahora la barrera electoral para obtener representación en la Asamblea Nacional será del 7 %. Esto permitirá que MHP, el socio de AKP, pueda superar la barrera por sí mismo y obtener así representación. Sin embargo, también permitirá asegurarse la representación al kurdo HDP, en caso de no ser finalmente ilegalizado, o dar posibilidades de entrar en la Asamblea a una posible alianza del centroderecha contrario a Erdoğan, como son los partidos DEVA y Gelecek.
Por otro lado, también hay una cláusula en la nueva ley electoral destinada a evitar la representación kurda. Así, se exigirá que las candidaturas tengan organización en, al menos, la mitad de las provincias del país (41 de las 81) y que celebren convenciones provinciales para la formación de sus candidaturas, 6 meses antes de las elecciones Esto podría evitar que un grupo kurdo que sucediese al HDP en caso de ilegalización pueda presentarse a las próximas elecciones. Esto repercutiría en beneficio de AKP, con cierto nivel de voto (~30 %) en las provincias kurdas a diferencia de partidos opositores como CHP o İYİ, sin apenas apoyos en estas.
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