El presidente irlandés Michael Daniel Higgins ha vuelto a ser elegido como jefe de Estado tras obtener una importante victoria en las elecciones presidenciales del pasado viernes. Higgins, que de 2003 a 2011 fue líder del Partido Laborista, llegó a la presidencia en 2011 como candidato de su partido, ganando con el 39,6 % de los votos de primera preferencia y un 56,8 % en el recuento final (en Irlanda, los ciudadanos pueden votar a un candidato como primera preferencia, a otro como segunda, a otro como tercera, etc.). En estas elecciones, Higgins contaba con el apoyo del Partido Laborista (al cual ya no pertenece por ser presidente), del Fianna Fáil, del conservador Fine Gael, de los Social Demócratas, del Partido Verde y del ultraizquierdista Partido de los Trabajadores.
De acuerdo con los resultados oficiales, Higgins ha ganado esta vez con un 55,8 % de los votos. Esto supone un resultado significativamente mejor que en 2011 aunque peor que lo que marcaban las encuestas. El segundo candidato más votado ha sido el empresario Peter Casey, que ganó popularidad después de unas polémicas declaraciones sobre los nómadas irlandeses, que fueron tachadas de racistas por el resto de candidatos. Casey, que ha obtenido un 23,3 % de los votos, ha anunciado que se va a unir al Fianna Fáil con la intención de concurrir a las próximas elecciones generales como candidato y que el partido vuelva a representar a ‘la gente corriente’. El resto de candidatos se quedaron muy por debajo, no llegando a conseguir más de un 7 %. Entre ellos, el independiente, empresario y exmiembro del Fianna Fáil, Seán Gallagher, que fue también candidato en 2011; o la candidata del izquierdista y nacionalista Sinn Féin, Liadh Ní Riada.
Además, también se celebró un referéndum sobre la despenalización de la blasfemia. Un 64,9 % de los ciudadanos votaron a favor de la despenalización, que contaba con el apoyo de todos los partidos e incluso de la Iglesia irlandesa. Pese a ello, un importante 35,1 % de los irlandeses votó en contra.